Las puertas entreabiertas en Australia
Australia ha sido un punto de inflexión en el viaje, no solo por las grandes diferencias con los países que hemos visitado, si no por las dificultades con las que me he encontrado tanto al entrar como al salir.
Anteriormente, comenté el retraso de dos días, que tuve para recibir la aceptación del visado para acceder al país, pero que al fin y al cabo lo único que nos costó, fue un par de mal noches de sueño, sumado a un montón de tiempo perdido, buscando diferentes opciones en todas las aerolíneas posibles.
La salida fue algo mas complicada y bastante mas cara; todo gracias al defecto de fabricación de determinados pasaportes, incluido el mío y al mal trato que le dio, una de las agentes de inmigración en el aeropuerto de Brisbane. Dicha persona al abrir el documento para escanearlo, despegó las tapas del libro, haciéndolo inservible para cruzar cualquier frontera.
Lo que sucedió después, lo tengo un poco borroso en la mente, no me podía creer que eso nos estuviera pasando, por momentos pensé, que solo verificarían que el pasaporte era válido, y nos dejarían tomar el avión. Pero el tiempo pasaba, y además de las comprobaciones, hubo llamadas a Nueva Zelanda, para consultar si nos aceptaban con mi pasaporte en el estado en el que se encontraba.
Al final, un par de horas mas tarde salimos del aeropuerto, con las maletas, unas cuantas disculpas y un trozo de papel con un teléfono para hacer los cambios necesarios en nuestro vuelo.
De nuestros bolsillos salieron los gastos de los siguientes cuatro días, como el tren a Sydney (sin contar las 13 horas del trayecto), las comidas, los transportes dentro de la ciudad y por supuesto el valor del nuevo pasaporte.
Afortunadamente, contábamos con Jean, quien nos permitió quedarnos en su casa un par de días más, utilizar la conexión de Internet, el teléfono y contactarnos con su amiga Karol, en Sydney, quien nos recibió en su casa también.
Curiosamente en el consulado de España en Sydney, conocimos a una señora que le había pasado exactamente lo mismo, el día anterior, ella había tenido mas suerte, ya que le había pasado en Nueva Zelanda y la habían dejado salir del país, de esta forma pudo tramitar el duplicado sin apenas perder tiempo.
El motivo de esta crónica, mas que una queja, es informativa, ya que lo que nos paso le puede suceder a cualquier persona en cualquier lugar del mundo; y pasado el mal rato, la rabia o la impotencia, pensábamos, que a lo mejor no debimos quedarnos callados mientras nos dejaban en tierra, ya que no teníamos ninguna culpa por lo ocurrido, que a lo mejor debimos de habernos quejado y exigir que nos dejaran subir al avión, en fin nunca lo sabremos, pero lo que si podemos hacer es prevenir a la gente que viaja, de que este muy pendiente de sus documentos.