Sumatra, la gran isla de Indonesia
Volver a un país que te ha gustado mucho y del que tienes muy buenos recuerdos, es un riesgo; de que te decepcione por que su escencia haya cambiado o que te guste aun más de lo que recuerdas. Y hasta ahora Sumatra, la isla mas grande del país, ha superado nuestras expectativas.
Nuestro primer destino fué Padang, una bulliciosa ciudad al oeste de la isla. Desembarcamos tras unas veinte horas de vuelos, con paradas en Berlín, el tiempo justo para cambiar de avión y conocer a un interesante hombre de Buthan; luego Abu Dhabi, donde pasamos el día a 45 grados y en Ramadán, definitivamente no apto para calurosos. Una vez en Jakarta, la capital del país, tomamos el último avión hacía nuestro destino, Sumatra.
Pasamos un par de noches en la ciudad, recuperando energías y organizando un poco la ruta que tomaríamos. Surfeando en la red, nos encontramos con un lugar paradisíaco a escasas dos horas de Padang. Sin pensarlo nos lanzamos a la aventura y con mis pocos conocimientos de bahasa, logramos llegar sin mucha dificultad y pagando lo justo, pese a que la carretera, si puede llamarse así es una pesadilla para el cuerpo. Nagari Sungai Pinang, es un pueblecito de pescadores musulmán muy tradicional, así que por respeto a los lugareños, se ruega a las turistas que no se paseen en bikini por la playa, cosa que al cabo de un par de horas deja de ser importante, ya que el lugar es tan bonito que lo que lleves encima es irrelevante.
Dos días se convirtieron en cinco, ya que el ambiente tan relajado invita a quedarse un día tras otro. Cortas caminatas a cascadas, playas desiertas, días de pesca o simplemente, cantar cada noche las mismas canciones con los chicos del pueblo, hacen la estancia única. Pero sin duda, son los niños los que marcan diferencia, pasar el tiempo en el mar jugando con ellos, aprender palabras y hacerme sentir parte de ellos, fue lo mejor.
Para cambiar un poco de entorno y de clima, nos fuimos un poco al sur, a la zona de Kerinci, a donde se dirigen los valientes para escalar el volcán más alto de Indonesia y da nombre a la zona. Teníamos claro que preferíamos disfrutar del volcán desde donde mejor se aprecia, por eso nos alojamos en Kersik Tua. Desde allí las vistas son preciosas, inmensos campos de te y de fondo el volcán, que juega a esconderse todo el tiempo tras las nubes. De todas formas he de decir que lo vi perfecto, la noche que volvíamos en un bus nocturno hacía Bukitinggi, la luna estaba llena y daba la luz perfecta para ver la silueta majestuosa del Kerinci.
Desde Sungai Punuh, fuimos al lago Kerinci, a pasar el día entre los pueblecitos que están alrededor del lago y ver los “Batu”, que son piedras megalíticas talladas, las cuales curiosamente, muchos de los locales no saben donde se encuentran. No fue muy difícil movernos por la zona, gracias a que la gente nos recogía y nos llevaba de un lado para otro en sus vehículos, son cobrarnos nada, solo por el placer de hablar, aunque en ocasiones era bien complicado, ya que mi bahasa había mejorado, lo suficiente para responder a las preguntas mas sencillas sin dificultad.
Nuestro primer bus nocturno por la transsumatra, no fue tan terrible como imaginamos, algo pudimos dormir, cuando muertos de cansancio dejamos de oir la música a todo volumen que mantenía al conductor despierto. A Bukittinggi, llegamos de madrugada y decidimos ir directamente al Valle de Harau y fue todo un acierto. Muchos turistas nos comentaban que habían decidido no ir porque era muy difícil llegar allí, no es que sea complicado es que hay que tener mucha paciencia, ya que hay que cambiar de transporte varias veces, pero vale la pena, los campos son espectaculares, muy rural y tranquilo, un buen lugar para desconectar. Hay poco que hacer allí, mas que visitar unas cascadas caminar entre arrozales y descansar.
Antes de cruzar el Ecuador hacía el norte, pasamos un par de días en el apacible lago Manijau. Un lugar encantador, tranquilo, con un paseo muy agradable alrededor de el, disfrutando de poblados, algún que otro lagarto de considerable tamaño en medio de la carretera, de los cientos de murciélagos que colgados esperan la caída del sol, para salir a buscar comida y como no de los enormes árboles de durián, una de las frutas más apetecidas en y olorosas que conozco.
Nos habían prevenido mucho de Bukitinggi, que si el ruido de carros, el canto del almoedano en las mezquitas llamando a la oración y aún más en ramadán el, desorden, un tráfico horroroso, fue tanto que el final cuando llegamos nos pareció, una ciudad normal, con lindas vistas a los volcanes Merapi y Singalang. Lo primero que hicimos fue salir corriendo a ver la Rafflesia , la segunda flor más grande del mundo, ya que estaba en sus últimos días de florecimiento, y solo son entre 5 y 7 días, así que cada jornada que pasa el cambio es bastante apreciable, se dice que tiene un olor muy fuerte como a carne podrida, pero la verdad nosotros no olimos nada y en el poblado cercano tomamos el famoso y carísimo café (Kopi) Luwak.
También visitamos desde la ciudad pueblecitos auténticos como Koto Gadang, famoso por sus joyerías de plata en antiguas casas holandesas; Gudam, donde se encuentra el cementerio de los últimos reyes Minangkabau; Pagaruyung, para visitar la réplica del palacio que representa la construcción tradicional, y por último Balimbing, lejos de todo, con difícil acceso pero con encanto, gracias a la cantidad de casas típicas que se encuentran.
Que país mas maravilloso, si que valio la pena, tanto paisaje bello……