Delhi, por ser capital y una ciudad enorme, le tenía entre pereza y muy pocas ganas de visitarla; pero teníamos una razón de muchísimo peso, nuestro amigo Manoj. Llevábamos meses contactándonos por mail y lo que sabíamos de el, era que no había nadie mejor que conociera su país y con ganas de enseñarlo.

Nos recibió en su casa como si nos conociera de toda la vida, nos mimó, nos protegió, nos ofreció toda la información posible y nos dió el mas preciado regalo que alguien puede dar, su tiempo.

Con Manoj en los Jardines Lodi

Gracias a ese hombre bonachón y de enorme corazón, la capital de India, la vimos con otros ojos, convirtiéndose en un lugar para volver a visitar. Paseamos no solo por los sitios de mayor importancia turística como el fuerte rojo y la mezquita grande, si no que además disfrutamos de sitios donde los locales pasan las tardes, fuera del bullicio normal de las calles; las tumbas musulmanas de los jardines de Lodi y de Humayun, son un remanso de paz en el corazón de la ciudad.

Tumba de Humayun.Delhi

Tras varios días como en casa, tomamos un tren a Jaisalmer; un largo viaje de 18 horas, comiéndonos todo el polvo posible del camino.

Vale la pena aclarar que para usar los trenes, casi hay que hacer un curso acelerado de cómo encontrar plazas disponibles, como reservar y comprar, siendo lo primero lo más difícil. India es un país donde la gente esta constantemente moviéndose, ya sea por festivales, peregrinaciones o vacaciones; de esta manera la improvisación de cambiar de un lugar a otro es casi imposible; otra opción es la de los autobuses, pero con el estado de las carreteras, cualquier distancia se hace eterna, además del mal estado en que el cuerpo te queda.

Vista de Jaisalmer desde su fuerte

La diferencia de la gente en la zona de Rajastán con el resto del páis es evidente, los hombres lucen orgullosamente sus enormes bigotes, aretes en cada oreja y coloridos turbantes y lo más destacado de las mujeres son los piercings, algunas usan uno en cada lado de la nariz, otras con una cadenita que lo une a uno de los aretes y las mas osadas aros de gran tamaño.

Mujeres de Rajastán

En Jaisalmer pasamos los días paseando entre las estrechas callecitas del fuerte, visitando el palacio, los templos hinduistas y jainitas, las hermosísimas havelis, observando los intensos preparativos para Diwali, el equivalente al año nuevo occidental, así como asistir a un show de marionetas y hasta pasear por el desierto en camello.

Preparativos para la celebración de Diwali

Nuestra siguiente parada fue en Jodhpur, la llamada ciudad azul,  y a  pesar de solo haber sido una visita de día, pudimos verificar que el por que del sobrenombre y para recorrer el museo, en el fuerte de la ciudad. Elegantes salones y habitaciones, muestras de cunas reales, palanquines y sillas para montar elefantes, son algunos de los objetos que se pueden observar en uno de los mas impresionantes fuertes del país así como las maravillosas vistas a la ciudad.

Vista de Jodhpur desde su fuerte

Luego de mas de seis horas en un cómodo autobús pero rodando en una carretera horrorosa, llegamos a Udaipur, y una vez mas el sufrimiento valía la pena. La zona donde se encuentra el palacio, los templos, las callecitas angostas y coloridas, esta junto al Lago Pichola, y es en ese mismo lugar donde la vida de los locales fluye; cada día, de forma incesante, acuden a asearse y a lavar su ropa.

Mujeres lavando la ropa en el lago Pichola. Udaipur

Disfrutar de la puesta del sol, en el punto mas alto de la ciudad o en un paseo en barco por el lago, después de haber pasado el día callejeando, intentando sortear las vacas, los rickshaws y los vendedores, son la mejor manera de despedir los días en esta apacible parte de la ciudad.

Palacio de Udaipur