¿Dónde ver auroras? Por qué Islandia.
Se acabaron las vacaciones de verano y llega el momento de planificar las escapadas invernales. Uno de los destinos soñados para muchos es ver las auroras boreales, pero las dudas asaltan en el momento de planificar el viaje. ¿Dónde ese ven mejor? ¿Laponia? ¿Islandia? Para el Pilar, yo me iría a Laponia. En diciembre Islandia sin ninguna duda. Te cuento mi experiencia.
Islandia es la españolización de Iceland, la tierra de hielo. Con estos antecedentes no fue fácil convencer a Adriana, una enamorada del calor, de que en Islandia se podrían ver auroras boreales sin tener que pagar el peaje de unas temperaturas excesivamente bajo cero. Con la experiencia del año 2013 y tras tanto oírme hablar de las indescriptibles luces del norte, se decidió finalmente a probar suerte en el puente de la Constitución y por fin nos fuimos juntos a una tierra polar.
Pese a las conexiones aéreas abundantes en verano, el único vuelo directo a España desde Reykjavik en invierno va hasta Alicante varias veces al mes, y es más que nada para que los islandeses disfruten del sol. (Parece ser que Norwegian va a sacar vuelos desde Barcelona para el diciembre de 2016). La compañía islandesa de bajo coste Wow vuela desde varias capitales europeas y puedes aprovechar el viaje para visitar los mercados navideños centroeuropeos haciendo una pequeña escala a la ida o a la vuelta, matando dos viajes por el precio de uno. El viaje más corto es haciendo la conexión en Londres.
En esas fechas del año (primera quincena de diciembre) Islandia ofrece un plus sobre el resto de los territorios polares: tiene casi cinco horas de sol al día. Mientras que en Laponia están en la noche perpetua, la latitud islandesa todavía te permite disfrutar de un débil sol que apenas se levanta unos grados sobre el horizonte, pero que alegra el paisaje nevado. Para los que quieran ver auroras en Laponia, las fechas alrededor del equinoccio de primavera u otoño son más apropiadas, pues hay luz para hacer actividades y suficiente oscuridad para ver auroras.
Las tormentas de nieve de los días anteriores a nuestra llegada habían dejado la isla completamente blanca haciendo honor a su nombre. Las carreteras estaban heladas pero eso no evitaba que los coches circularan a 100 km/h. Desde el autobús vimos algunos vehículos vacíos en las cunetas esperando a que llegaran mejores días, tras haber “bailado” con el hielo. La primera noche, las últimas nubes del frente que acababa de pasar cancelaron la excursión de caza de auroras.
Para disfrutar de las auroras boreales se necesita un cielo oscuro, sin contaminación lumínica, y un poco de suerte. Para ver el cielo oscuro hay que alejarse de las ciudades. Eso implica que en Reykjavik hay que concertar un trasporte que te saque de la ciudad. No es barato, pero si no se ven por cuestiones atmosféricas te sacan al día siguiente, por lo que con un solo pago puedes tentar a la suerte hasta lograr verlas. En Laponia lo mejor es alojarse en cabañas alejadas en medio de la naturaleza y así las puedes disfrutar desde la puerta.
La suerte se puede concretar en que haya actividad solar y un cielo despejado. Hace unos años todo quedaba en manos de la providencia. Ahora en parte también es así, pero gracias a la tecnología y la meteorología islandesa podemos estar al corriente de la actividad solar prevista en la próxima hora y de la cobertura de nubes altas, medias y bajas que se espera. Estas aplicaciones se pueden gestionar desde el móvil y así evitar esperas inútiles en el exterior helado.
Gracias a la tecnología pudimos saber que se acercaba una ventana de buen tiempo que nos permitiría disfrutar de un día soleado en la zona del circuito del círculo dorado, y posiblemente cielos sin nubes en la primera parte de la noche con lo que las probabilidades de ver auroras aumentaban considerablemente. Al haber contratado un vehículo privado, pudimos quedarnos en la zona despejada sin tener que regresar a la capital y esperar a que las auroras hicieran su aparición.
Baile con fotos de auroras de Antonio Espinosa
No nos defraudaron. Allí aparecieron bailando sobre el manto blanco y nos dejaron con la boca abierta. Fueron de menos a más y aunque parezca mentira, nos volvimos a casa cuando la función todavía no había acabado tras un par de horas de espectáculo. Estar tanto tiempo a bajas temperaturas acaba cansándote y no te importa irte aunque no hayan terminado. El cuerpo está helado pero pide celebración y en la cara se te queda una sonrisa tonta de éxito. Y qué mejor que la noche de Reikiavik para celebrarlo, tras una buena ración de sopa de langosta en el Seabaron.
La tormenta de nieve había cambiado el aspecto de la ciudad. Caminar era mucho más delicado, pues había muchas zonas heladas. Una chica local, vestida con sólo un vestido de noche había decidido quitarse los zapatos de tacón para evitar resbalarse. Los llevaba en una mano y en la otra una copa de champan. No sé qué me sorprendió más, si su vestimenta tan escueta para el frío que hacía o la maestría con la que lograba mantener el equilibrio a pesar de su nivel etílico.
El peligro no sólo venía de los resbalones. La cantidad y tamaño de los carámbanos de hielo daba miedo. Había uno justo encima de la entrada al apartamento y el propietario nos previno de que tuviéramos cuidado de no pararnos debajo. Si se sueltan son como flechas afiladas que dan algunos sustos al cabo del año. Si obviamos la parte peligrosa, ofrecen una imagen muy fotogénica en los tejados.
En el viaje anterior ya recorrí el círculo dorado, y disfruté de la mágica luz metálica de un día cubierto. Esta vez tocaba un precioso cielo azul en el que se recortaban los volcanes blancos al amanecer… ¡a las 10 de la mañana! Los rayos del sol son tan oblicuos, que apenas pueden sacar la catarata de Gulfoss de la sombra. Aunque se visitan los mismos lugares, hay un mundo de diferencia al verlos con cielo azul.
Los caballos peludos siguen imperturbables junto a la carretera, indiferentes al tiempo que haga. Pero la zona de Geysir con cielo azul parece otra cosa. Aquí no hay duda de que la experiencia mejora y mucho. El disparo de vapor de agua deja una nube blanca en suspensión que evolución lentamente y que hace las delicias del fotógrafo. Podéis ver las fotos del otro viaje aquí y comparar. Y también tenéis más información de actividades a hacer si viajáis a Islandia.
Doble explosión del Geyser Strokkur
Visitar las aguas termales de Blue Lagoon en otra de las visitas clásicas, no sólo por su belleza, si no porque está junto al aeropuerto y puede ser la guinda de despedida del viaje antes de coger el avión. En nuestro caso tuvimos que moverla a primera hora de la mañana porque por la tarde la agencia meteorológica pronosticaba la llegada de un huracán. Sí, huracán. Aunque l apalabra te evoque el Caribe y playas tropicales, un huracán iba a llegar a esta isla helada.
El aviso no se lo tomaron en broma. Todos los establecimientos de la ciudad iban a cerrar a mediodía. La visión de los carámbanos colgando me hizo ser obediente. Recomendaban cargar los móviles por si se iba la luz, aprovisionarse de víveres y no salir de casa mientras duraran los vientos. A mi memoria venían las botellas de ron vacías tras dos días encerrado dejando pasar un huracán en Cuba, y los destrozos causados fuera cuando salí.
El problema era que al día siguiente salía nuestro vuelo. Fue una noche tensa, a pesar de que fuera no se oía un viento huracanado. Estos no conocen el cierzo, pensaba sin decirlo, no fuera a ser que el huracán se molestara con la comparación y se picara. Por la mañana el viento había calmado e internet nos pintó un panorama muy favorable. La carretera al aeropuerto no estaba cortada y el aeropuerto había vuelto a abrir. Volvíamos a casa con la cabez llena de auroras.
Hola chicos!!
Lo primero mil gracias por el post! Me esta encantando jeje
Y lo segundo, ahi va mi pregunta, ¿Donde exactamente fuisteis a ver las auroras? Tengo entendido que hay que alejarse de las luces, pero no se muy bien si existe alguna ubicación en concreto que te permita verlas mejor.
Gracias de antemano!!
Saludos.
Hola Eli
Me alegra que te guste. Islandia es un lugar mágico. Te encantará.
Fuimos a ver las auroras en varias localizaciones alejándonos un poco alrededor de Reikjavik, en función de dónde daban claros entre las nubes. Cualquier sitio con el horizonte despejado y sin luces es bueno.
Salud
N