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Recorrido por Etiopia desde Harar

Recorrido por Etiopia desde Harar

La visita a la ciudad amurallada de Harar te transporta en el tiempo. Está apartada de los circuitos tradicionales de Etiopía y para visitarla te obligas a un recorrido atípico por el país. Algunos me habéis pedido que explique un poco cómo fue nuestro viaje, así que aquí va esta entrada del blog para aclararlo. Aprovecho para hablar también de Harar y algún sitio pintoresco más, ya que no soy de los que les gusta hablar sólo de detalles técnicos del viaje. También pongo los links a las otras entradas por si queréis profundizar.

Calle Harar 2

Calle Harar 2

El comienzo del viaje fue accidentado. Volábamos el día de Navidad y al llegar al mostrador de facturación de Ethiopian Airlines, faltando una hora para la salida del vuelo, ya lo habían cerrado. Vaya susto. Por suerte pudimos solucionarlo y nos embarcamos en un viejo avión (todavía tenía ceniceros en los asientos) hacia Addis Abeba. El vuelo fue tranquilo pero al llegar al aeropuerto, otro susto. Al ver el sello de Irán del pasaporte nos apartaron de la fila para interrogarnos. Nos dejaron entrar, pero vaya oscilaciones de adrenalina en 12 horas!!

Tiempo de qat

Tiempo de qat

Hay autobuses tipo occidental  que hacen el recorrido entre Addis y Harar en unas 11 horas (cuatro asientos por fila, y cada uno sentado en su propio asiento). Pero si el vuelo internacional se hace con Ethiopian, hay un descuento del 50% en los vuelos domésticos lo que los hace muy asequibles (sobre los 60 euros a precio de hoy), así que cogimos un avión de hélices y en una hora nos plantamos en Dire Dawa, el aeropuerto más cercano a Harar.

panorama Harar

panorama Harar

Parte del encanto de Harar para el visitante es que se ha quedado alejada del progreso. La orografía tuvo que ver mucho en ello. Aunque Harar era una próspera ciudad en la ruta comercial al golfo de Aden y la península arábiga, los costes de construir el ferrocarril a Djibouti por el terreno montañoso hicieron que finalmente se llevara por la llanura, y así nació Dire Dawa. El ejemplo de cómo las infraestructuras conllevan cambios económicos aquí es incuestionable. Con el tren se reescribió la forma de comerciar en la zona, Dire Dawa comenzó a crecer y en poco más de cien años es la cuarta ciudad del país. Y Harar se quedó anclada en el tiempo. Cuando llegó el momento nadie dudó dónde construir el aeropuerto.

Puerta muralla Harar

Puerta muralla Harar

La parte amurallada de Harar, llamada Jugol, es patrimonio de la humanidad. En su interior las callejuelas están encaladas de colores claros pero llamativos, y perderse por ellas es parte del encanto. El ambiente es de una curiosa intersección entre Arabia y África en los vestidos, los tonos de las pieles morenas, y los usos sociales. En las horas duras de calor se masca Qat en los patios de las casas, como se hace en Yemen. La forma en la que las mujeres llevan los pañuelos coloridos a la cabeza recuerda más el sahel.

mercado en Harar

mercado en Harar

Las puertas de las murallas siguen congregando a los vendedores en busca de los peatones que forzosamente pasarán por allí, igual que se ha hecho desde hace siglos. Un lujo de espectáculo humano, verdadero viaje en el tiempo. Todavía uno se puede alojar en antiguas casas tradicionales Adare, que prácticamente son museos habitados. Si uno tiene la oportunidad, la experiencia merece la pena. Nosotros nos quedamos en Zubeida GH, pero no tiene ni letrero fuera, ni la calle nombre, así que no queda otra que pagar a algún chavalillo y que te lleve. Es más fácil llegar desde la puerta Shoa.

Casa Harar

Casa Harar

Además del paisaje humano, Jugol tiene algunas casas de antiguos ricos comerciantes que merecen la pena visitar. En una de ellas pasó la luna de miel el emperador Haile Selassie, cuando aún se llamaba Ras Tafari. Otra está construida sobre la que ocupó el poeta Rimbaud cuando vivió aquí en su época de traficante de armas. Son curiosas para echar un vistazo e imaginar cómo pudo ser la vida cuando la ciudad controlaba las caravanas de comercio con el Golfo de Aden. Pero el encanto es ver la gente, y el café con terraza sobre la plaza frente a la iglesia ortodoxa es un sitio privilegiado para ver pasar la vida. La especialidad es un zumo de tres frutas, a capas, tan denso, que aunque le des la vuelta al vaso no se cae. No puedo decir el nombre, pues no hubo manera de comunicar con el paisano. Puedo decir que fue lo más cerca que he estado a lo que creo que vivió Paul Bowles cuando Tanger era Tanger.

carniceria Harar

carniceria Harar

Los amantes de experiencias con animales, por el día pueden ir al mercado a dar de comer a los pajaritos. El único “pero” es que los pajaritos son milanos y cuando sacas los trozos de carne, caen en picado desde las casas a quitártelo de la mano. Las señoras locales protegen la compra bajo los vestidos para poder llegar con la carne hasta la casa. Por la noche son las hienas las que se acercan a merodear en los basureros, y con ayuda de locales también puedes vivir la experiencia de darles de comer, pero con un palo de 30 cm como elemento de seguridad que separa su boca y tu mano.

alimentando hienas

alimentando hienas

Tras visitar esta curiosa ciudad, que seguro dará mucho que hablar en foros viajeros en el futuro, empezó el periplo por tierra. El objetivo era legar a la depresión del Danakil, partiendo el viaje en varias etapas. La primera parada era Awash. Pese a lo que uno pudiera imaginar, tras salir de Harar el paisaje es verde, y el campo está lleno de vida y de gente trabajando el campo. De repente un alboroto de gente altera la tranquilidad del pueblito de Awaday. Es la actividad de su mercado de Qat, el más importante del país, que exporta la preciada planta a los países del Golfo. Más adelante el lago Haramaya nos vuelve a hacer parar por su importante población de flamencos. Con este ritmo, lo que era una jornada aburrida de carretera iba a hacer que llegaramos tarde al hotel.

Qat mercado

Mercado de qat en Awaday

Al llegar a Kulubi la carretera se conviertió en un atasco de kilómetros. Se celebraba San Gabriel  y miles de aldeanos habían venido de peregrinación desde los alrededores. Haciendo de la necesidad virtud visitamos el santuario con ellos y nos empezamos a impregnar de esa espiritualidad ortodoxa que nos va a acompañar todo el viaje. Me llamó mucho la atención estar en África y ver esta estética cristiana, por otro lado tan extraña a mis ojos. En los controles de carretera, los vecinos pedían donativos para la construcción de su iglesia local ataviados con trajes coloridos.

Kulubi Gabriel

Kulubi Gabriel

Llegamos justo a tiempo para dar un paseo por el parque nacional de Awash al atardecer. Podéis ver fotos de la fauna etíope en la galería (la primera foto al comienzo de la entrada). No es que Etiopía sea un país famoso por su fauna, pero ya que este parque estaba en ruta, aprovechamos para probar suerte y sentirnos en el África romántica, de Safari. Existe la posibilidad de alojarse dentro del parque en un Lodge, pero el presupuesto no daba para tanto, así que tras visitar las cascadas y fotografiar los cocodrilos, salimos a dormir al pueblo. Allí cambiamos la furgoneta por los todo terreno que nos iban a llevar al día siguiente hacia el norte, al Danakil, donde son absolutamente necesarios.

cascadas Awash

cascadas Awash

La jornada siguiente era incierta. En principio nos habían dicho que se podía llegar hasta Asayta, la capital Afar, para luego ir al lago Afambo a dormir. Pero esto es África, así que cuando intentas concretar los planes no son lo que eran, y entre excusas que no acabas de creerte,  no te queda más remedio que ponerte como un basilisco, o aceptar lo que te dicen. Al final paramos a dormir en Loggia, un pueblito un poco antes de Semera. Menos mal que aún dimos un pequeño paseo por el Parque al amanecer para dar un poco de sentido al día de viaje, que fue un poco paliza. La carretera comenzaba a descender, y el calor comenzaba a hacerse cada vez más presente.

chicas Harar

chicas Harar

Si uno está muy motivado y no le importa meterse un par de horas más de carretera, no se pasa lejos del lugar donde se descubrió a la famosa Lucy, nuestra ilustre antepasada. Parece ser que simplemente hay una placa conmemorativa, pues los restos están en el museo de Addis. Nosotros pasamos el desvío recto, y cambiamos esos kilómetros por la visita a las surgencias termales de Alolobed al día siguiente. Fue una sorpresa inesperada pero muy interesante.

Alolobed

Alolobed

En esta zona el paisaje ya es desértico, duro, sólo alterado por los restos de milenarias coladas de lava que aún no han sido erosionadas.  De repente, la presa de Tendaho cambia el panorama radicalmente e irriga unas plantaciones de caña de azúcar que crean un vergel. Tras pedir los consiguientes permisos policiales y hacernos con los servicios de un policía local, toca atravesar el laberinto de canales de riego forrados de plástico junto a los que se apiñan poblados típicos Afar que encuentran aquí fácilmente el preciado tesoro líquido para sus animales.

niña afar

niña afar

Al alejarse del agua, el contraste era atroz. La temperatura subía implacable, y en el terreno seco comenzaban a verse los famosos espejismos. Pero al fin los espejismos se convertían por una vez en la vida en realidad. Lo que yo creía era una nube de polvo de algún otro coche que iba por delante era en realidad el vapor que salía de las piscinas termales, y el agua no era un sueño. Era agua que surge casi hirviendo de las entrañas de la tierra creando un arcoíris de colores desde el fondo. En cierto modo me recordaba a alguna de las piscinas de Yellowstone, lo que pasa que en vez de bisontes aquí hay camellos, en una curiosa mezcla que me sorprendió enormemente.

camellos Alolobed

camellos Alolobed

La siguiente parada fue en las orillas del lago Afdera, junto a las salinas que ya conté en una entrada anterior. De allí salen las pistas para entrar el Erta ale, desde el sur, en un recorrido que no se suele hacer si se viene desde Mekele. El horizonte está tan lejos que se pueden hacer fotos jugando con la distancia y el efecto óptico, como las típicas del salar de Uyuni. Sin duda ver la lava del cráter del Erta Ale fue una de las mejores cosas del viaje. Tenéis fotos y videos en esta entrada anterior.

Espejismo etiopeSi no ha llovido y el terreno está seco, se puede ir desde el Erta Ale hasta Ahmed Ela sin volver a la carretera asfaltada por una pista que acorta mucho los kilómetros, y que pasa por una zona de dunas que siempre son un motivo de parada alegre para el viajero. A pesar de que en el asentamiento de Ahmed Ela (por no llamarlo pueblucho; Adriana los llama “moridero”) no hay baños ni duchas en las que quitarte el polvo, es el comienzo del regreso a la civilización. Es decir, a la posibilidad de tener una cerveza medianamente fresca.

lago de lava Erta Ale

lago de lava Erta Ale

Desde aquí parten las caravanas de sal que comenté en la entrada anterior, y es la base para visitar los excepcionales colores del cráter del Dallol. Si se tiene suerte con el tiempo, con una noche da para ver ambos atracciones, y aprovechar para llegar a dormir a Mekele el siguiente día. Para visitar las iglesias de Tigray, si se quiere, ya se pueden dejar los todoterrenos. Como os conté en la entrada anterior, con una furgoneta se abaratan costes y se puede llegar sin problemas a las iglesias más populares. No os perdáis Abuna Yemata. La recompensa merece el vértigo que se pasa.

Dallol (1)Tras una noche en el Tigray para aprovechar y ver varias iglesias, volvimos al confort de Mekele antes de continuar hacia el sur. Se tarda un día entero en llegar a Lalibela, pero ver los cambios de paisaje merece la pena y te ayudan a entender un poco más el país. Al haber llegado por tierra, cuando ves las multitudes de aldeanos en las iglesias de piedra, valoras mucho más la peregrinación que hacen a pie para celebrar la navidad allí. Como comenté en el post, hay que planificar con cuidado la fecha, pues pueden moverla de día, y también las reservas de los hoteles se pueden poner prohibitivas.

Iglesia de San Jorge

Iglesia de San Jorge

La opción de transporte terrestre desde Lalibela a Addis es un largo día de viaje de sol a sol, o dos días si quieres ver algo por el camino. Nosotros optamos por volar a Addis en un vuelo de mañana para aprovechar y ver un poco la capital. Hay iglesias,  museos, palacios, pobreza, centros comerciales con salas de cine de 7D, pero lo que más impacta es recorrer las calles de Merkato, uno de los mayores mercados de África. Gracias a Efren, que nos hizo de cicerone, pudimos optimizar el día en Addis y vivir la tradicional ceremonia del café etíope, que aunque no sea uno cafetero, no debe dejar de probar.

Ceremonia Cafe Lalibela

Ceremonia Cafe Lalibela

Información práctica

En internet hay infinidad de agencias que ofrecen sus servicios por Etiopía. Nosotros contactamos con varias, puesto que queríamos personalizar el recorrido, ya que no es lo que se suele ofrecer habitualmente. Si preferís una agencia local gestionada por una española, Miriam, podéis probar Birana Tours. Nosotros finalmente nos decidimos por worldsunethiopiatours, que está basada en Mekele. Quedamos bastante satisfechos con los servicios prestados. El dueño se llama Negasi, y el chofer que nos acompañó, que es la pieza clave de que las cosas salgan, Abraham, que suele trabajar con él. Pero esto es África. Si no dejáis las cosas bien atadas, podéis acabar subcontratados en otro tour de otra compañía. Y si las dejáis bien atadas, también. Suerte!!!

Merkato

Merkato. Zona de reciclado de plástico

Addis moderna

Addis moderna. Patinaje en centro comercial

Njera

Njera

Casa rica Harar

Casa rica Harar

callejuela Harar

callejuela Harar

conciliacion familiar africana

conciliacion familiar africana

nacho

nacho

Profesor y soñador de viajes, que a veces logra convertir en realidad.

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