El Perú menos conocido
Ciudad de los Reyes, fue el nombre que se le dio a Lima en el momento de su fundación hacía 1535, durante el régimen español fue la capital del Virreinato del Perú, convirtiéndose no solo en la ciudad mas importante, sino la mas grande de América del sur. Prueba de ello es la arquitectura del centro histórico, y en especial los balcones de las casas construidas durante el virreinato y la república, dándole un aspecto original. Las iglesias, basílicas, conventos y la Catedral son la máxima expresión religiosa de la ciudad.
Nos hubiera gustado quedarnos un poco mas en la capital peruana, o perdernos un poco por las ruinas de Caral, la civilización mas antigua de Suramérica, pero nuestra amiga Myriam, venía desde España a encontrarse con nosotros en la ciudad de la eterna primavera, Trujillo. No solo el clima es maravilloso, el centro de la ciudad tiene lo mejor del centro de Lima pero en menor espacio, gracias a la arquitectura colonial y religiosa, así como las casonas de la época virreinal con enormes ventanales y balcones.
Importantes culturas se desarrollaron en esta zona, dejando interesantes sitios arqueológicos como prueba de su existencia. La civilización Mochica apareció entre los años 100 a.C y el 700 d.C, es conocida por las cerámicas; arte en donde realzaban costumbres, creencias y mitos. No menos interesantes fueron la construcción de canales de riego creando una zona fértil en medio del desierto y el uso del bronce. La Huaca de la luna, junto con la del sol, son un complejo valorado como santuario Moche., a tan solo cinco kilómetros de Trujillo.
Solo esta permitida la visita a la Huaca de la Luna, y a simple vista parece un montículo enorme de tierra sin ningún tipo de orden, pero al entrar se pueden apreciar varios de los templos superpuestos, que fueron construidos en diferentes épocas, así como pinturas murales muy coloridas de su deidad, de animales y sacerdotes. Es difícil entender la importancia de los sacrificios para los Mochicas, era un honor el ser sacrificado, por esa razón fueron encontrados muchos restos humanos de guerreros.
Los territorios habitados por los Mochicas, fueron ocupados durante los años 1000 y 1200, por otra gran civilización, el imperio Chimu, quienes a su vez desaparecieron mas tarde durante la conquista de los Incas. Se destacaron por sus construcciones y como ejemplo esta la ciudadela de Chan Chan,, que llegó a albergar unas 60 mil personas. Es muy poco lo que se puede visitar debido a su mal estado de conservación, pero es evidente la extensión que abarcaba. En este caso, el deterioro ha sido ocasionado por la naturaleza y el material usado para su construcción, el adobe.
Pese a las advertencias de no ir a Cajamarca, debido a la situación conflictiva que se estaba presentando, entre mineros, campesinos y gobierno, nosotros decidimos arriesgarnos a conocer una ciudad llena de encanto e interesante historia. Primero nos encontramos con una población amable y deseosa de tener más visitantes, ya que tiene mucho que ofrecer. Mucho se ha escrito de Cajamarca, gracias al encuentro entre Francisco Pizarro y el Inca Atahualpa en 1537; la versión mas conocida, es el secuestro del indígena a manos del español y aún mas nombrado es el rescate que el mismo Inca ofreció al conquistador, una habitación llena de oro y plata, que hoy día se puede visitar.
Pasear por las callecitas del centro, comer en el mercado, recorrer la catedral y demás iglesias, comprar joyas de plata, son algunas de las actividades a realizar, pero los alrededores de la ciudad también tienen su atractivo. Por nuestra cuenta recorrimos las Ventanillas de Combayo; impresionantes nichos funerarios excavados en la montaña, son los mas grandes y mejor preservados de la zona, también los menos visitados. Para recorrer Cumbe Mayo, tuvimos que hacerlo con agencia ya que no hay transporte público y el acceso es complicado. El paisaje es precioso y muy extraño, hay formaciones rocosas por doquier, muchas de ellas con petroglifos pero lo realmente llamativo es el acueducto construido hace 2 mil años, donde se pueden apreciar los ángulos rectos tallados en las rocas y su forma en zigzag.
Nuestro siguiente destino era Tingo, para visitar las ruinas de Kuelap, lo que pensamos que sería un viaje por carretera, de 12 horas cualquiera, se convirtió en toda una experiencia; no entendíamos por que el trayecto se hacía de día y tan de madrugada teniendo tantas horas de camino, pero nada mas amanecer todo quedo clarísimo. Las vistas eran alucinantes, pero la carretera en ocasiones parecía estrecharse y mas que rodar se diría que volábamos. Durante el recorrido no podía dejar de pensar en la carretera de la muerte de Bolivia, y lo poco peligrosa que la recordaba en comparación con la que estaba recorriendo.
Las ruinas se encuentran a 3000msn, unas cinco horas de caminata desde Tingo, en un duro ascenso, pero también esta la opción de hacer en taxi 37 km , en tan solo una hora serpenteando un par de montañas hasta el parqueadero. A mi me apetecía caminar pero al resto del grupo no le hacía mucha ilusión, así que subimos en carro y Myriam y yo bajamos andando.
El conjunto arquitectónico de Kuelap, fue construido por la cultura Chachapoyas, en el año 1000, restos de 400 recintos circulares se encuentran asentados en la cima de una montaña, y protegida por una muralla de unos 20 m de altura. No hay mucha información acerca de la función del complejo, una de las hipótesis es que por sus características arquitectónicas, era una fortaleza, pero también se cree que pudo ser un santuario precolombino.
Paramos en Chiclayo para visitar el museo del Señor de Sipán; no en vano esta considerado uno de los mejores museos de Suramérica, posee mas de dos mil piezas de oro finamente tallados. Gracias a que las tumbas no sufrieron saqueos, se pudo admirar un entierro real; el gobernante, quien fue enterrado con sus joyas, pectorales, orejeras y cetros, lo acompañaban las concubinas, un guerrero, llamas, vasijas y demás utensilios para el mas allá. También se encontraron tumbas de un sacerdote y un antiguo gobernante, quien tras ser sometido a diferentes pruebas, se ha demostrado que es un antepasado del Señor de Sipán.
Para despedirnos de Peru, decidimos dejar a un lado tantos lugares con altura y nos fuimos a la playa, escogimos Mancora por las buenas referencias que nos habían dado. Fueron un par de días de sol, música, mucho ceviche y pisco sour.
Hemos dejado en el camino muchos sitios por visitar, con la única intención de volver a este país que nos ha encantado.