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Chipre: dos continentes en una isla

Mezquita en Famagusta

Chipre: dos continentes en una isla

La elección de Chipre como primera parada del viaje fue casual. Cuándo, si no, se me ocurriría caer en este rincón tan alejado. Suponía que podría ser un buen lugar para desconectar del estrés de los últimos preparativos en España, aunque desconocía todo de la isla. No sabía que el nombre griego Kyprus sirvió quizás para que los romanos asignaran el nombre cuprum al cobre que tan abundantemente extraían de la isla. Ni que la moneda de un euro que guardaba en casa, con una figura en forma de cruz con el cuello muy largo, no era griega, si no chipriota pues pertenece de pleno derecho a la Unión Europea.

Tumba de los reyes. Pafos

Para que el lector pueda ponerse en situación, y dado que este matiz no sale en las fotos, diré que tras las temperaturas moderadas de julio en España, llegar aquí fue una bofetada de calor y humedad, sudando la camiseta hasta empaparla, en medio de una ola de calor. Por tanto las actividades al aire libre tienen unos horarios muy limitados so pena de caer derretido sobre el asfalto. Las interesantes ruinas de Pafos, segunda parada en la isla, quedan en el recuerdo como una búsqueda de sombra en los hipogeos, imaginando cómo haría San Pablo cuando estuvo en la isla sin que existiera el aire acondicionado.

Para huir del calor decidimos ir hacia las montañas, a la región de Troodos. Allí los viñedos ponen el marco verde a coquetas aldeas apenas alteradas por el turismo que ha invadido la costa, y donde las mujeres todavía van tocadas con pañuelos. Pero no es tarea fácil. Al parecer las condiciones de los seguros no permiten alquilar coches por menos de tres días, y nosotros sólo lo queríamos por uno. Y es aquí donde entra en juego el encanto femenino, arma de la que no disponía cuando viajaba solo. Gracias a Adriana y a Myriam, una amiga que nos acompaña en estos primeros días de viaje (y que es la causante de que tengamos fotos de los dos juntos) hicieron posible lo antes imposible y el sonriente señor George nos alquiló un amarillo y diminuto Suzuki Alto por un día. Y allá que nos fuimos, conduciendo por la izquierda.

Pinos tristes. Troodos

Pinos tristes. Troodos

El secarral de la costa se va tornando verde conforme se asciende hasta el punto de ser verdaderamente exhuberante en la caminata a la cascada Kalidonia, donde unas pequeñas mariposas azules me transportaron por unos momentos a las selvas tropicales. Quizá también influyera que en ambas situaciones sudara la gota gorda. Los muflones campan a sus anchas por los bosques de cedros que rodean la cima del monte Olimpo, donde en invierno hay una pequeña estación de esquí. El punto cómico del paisaje lo ofrecen unos curiosos pinos de ramas caidas, que dan un aspecto tristón a tan majestuosos árboles.

Iglesias de Troodos

Para poner un contrapunto artístico a la excursión visitamos varias de las iglesias bizantinas patrimonio de la humanidad que se extienden por el valle de Marathasa. La arquitectura de tejado asimétrico a dos aguas le da un punto naif a las construcciones, pero han protegido perfectamente los aún coloridos frescos. También hay monasterios para el retiro espiritual, como el de Kykkos, el más grande e importante de la isla, rico en mosaicos dorados. O el de Stavros en Omodo, que además de dejarte pasear por todos los recovecos, conserva una tibia del apostol Felipe.

Frescos de la iglesia del Arcangel Miguel en Pedoulas

Frescos de la iglesia del Arcangel Miguel en Pedoulas

La siguiente parada fue Nicosia, donde teníamos la primera oferta de alojamiento «coachsurfing» con Simeon y Chipris, que nos acogieron como si nos conociéramos de toda la vida. Es una capital muy curiosa. Está partida en dos desde la invasión del 74, y aunque desde el 2003 se puede cruzar, son dos mundos distintos. La muralla levantada por los venecianos en el siglo XVI, perfectamente circular, delimita el casco histórico. La parte sur apenas la distinguiríamos de una ciudad europea cualquiera, pero al cruzar al norte cambiamos de continente y entramos directamente en la estética de Turquía con sólo cruzar una calle. Las banderas azules de los progriegos se cambian por la roja de la estrella y la media luna, intentando reafirmarse cada uno en esta difícil convivencia.

Mezquita en Famagusta

Mezquita en Famagusta

Por si fuera poco chocante, las particularidades de esta curiosa isla no acaban aquí. Pese a estar en territorio de clara influencia bizantina, la mayoría de las iglesias son góticas, pues se construyeron bajo el reinado de la dinastía iniciada por el Rey de Jerusalem, Guido de Lusignan, que favoreció la religión católica. Así pues los restos antiguos son de un gótico conmovedor, pero coronado por minaretes en toda regla que llaman puntualmente a la oración. El interior despeja todas las dudas. Las alfombras dispuestas diagonalmente a la nave para apuntar a Meca nos convencen de que la antigua Agia Sofia, con sus rosetones y esbeltas ventanas es hoy la mezquita Selimiye. La intersección perfecta entre dos culturas asociadas a dos continentes distintos.

Plano antiguo de las defensas de Nicosia

Plano antiguo de las defensas de Nicosia

Fuera de las murallas las casas de una planta de inspiración colonial sacan a la gente a cenar a sus terrazas y a conversar con los vecinos a la fresca de la calle por la noche. Hasta hace pocos años la gente dejaba las puertas sin llave, como en tantos pueblos españoles hasta que llegó el «progreso». Pero el crecimiento económico no acompaña a la parte norte, que vive en un limbo de ilegalidad ya que sólo es reconocida y apoyada por Turquía, y que aprovecha la situación intentando generar recursos con los casinos, «legales» aquí, que le dan un aspecto de Las Vegas.

Mezquita Seleniye en la parte turca de Nicosia

Mezquita Seleniye en la parte turca de Nicosia

De acuerdo a la mitología griega, Afrodita, la diosa del amor y la belleza, nació en la parte sur de Chipre. Quizá para compensar los dioses decidieron que la otra punta de la isla se convirtiera en un referente de los sentimientos no tan bellos que la especie humana puede generar. A la otrora próspera ciudad de Famagusta le ha tocado cargar con ese papel. Como premonición, Shakeaspeare eligió el castillo veneciano del puerto como el escenario en el que transcurre parte de Otello . El casco antiguo, rodeado por sólidas murallas, también deja testimonio de cómo la floreciente ciudad portuaria que fue en el pasado, quedó reducida a ruinas tras los 10 meses de asedio otomano. Y para nada, pues la ciudad ya no volvió a levantar cabeza. Sus iglesias y palacios en ruinas han quedado tal cual desde entonces. Sólo la iglesia de San Nicolás ha sido reutilizada como mezquita, con la misma estética gótica que en Nicosia. La vida continúa como si nada en medio de los restos que te asaltan a cada esquina.Y cuando el turismo decidió tocar con su varita las playas al sur de la ciudad y la zona comenzaba a despegar, la invasión turca convirtió Varoshia en una ciudad fantasma.
Mejor no pasar la noche aquí, por si acaso, así que pusimos rumbo a Kirenia, un encantador puerto al abrigo de un no menos impresionante castillo. Tras cenar nuestro primer durum disfrutamos paseando por el paseo marítimo como hacen los locales que no disponen de la liquidez para pasar la velada en los lujosos casinos que dan vida a la ciudad. Si no fuera por el recato al vestir de las muchachas tiene un aire al malecón de La Habana.

admin

admin

3 Comments

  • Miguelcho

    Se os ve estupendos!!! Disfrutad todo los que podáis en la distancia os acompañamos. Abrazos

    6 agosto, 2011 at 10:04 am
  • lapicocha del medio

    disfruto mucho con vuestras cronicas,las de Adriana más descriptivas y las de Nacho mas sociales,así pues se complementan. Cuidaros mucho y disfrutar. Un besico.

    11 agosto, 2011 at 4:37 pm
  • Blanca

    Mamma mía!!!!!! Envidia sana… pero envidia… ¡Vaya preciosidad de fotos y artículos!Un adolescente por aquí y la mendas, barremos el suelo con los dientes.Seguid disfrutando! Nacho ¿se curó ya tu salmerón? jajaja. ¡a ver a la vuelta con que nos sorprendes!Seguid cuidandoos y disfrutad FULL

    18 agosto, 2011 at 12:05 pm

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