La primera vez que entre en la web de couchsurfing me pareció un poco complicado todo, mas que nada, por que además de fotos, aficiones, hacer un listado de los paises donde has estado y demás, tenía que hacer un perfil, describiendo como eres, que te gusta, cual es tu objetivo, en fin, a veces hacerte una cuenta nueva de correo electrónico o de cualquiera de las redes sociales cuesta, pero esto, lo superaba, aún así me registré envié solicitudes y hasta ahora nos ha valido la pena. Nuestra primera experiencia y muy grata por cierto fue en Nicosia, en casa de Simeone y su compañero de piso Chipris, además de la buena compañía y su amabilidad, disfrutamos de la buena cocina de nuestro anfitrión, y para suerte de los chipriotas, esa noche contaron con la compañía de una densa niebla que les desaparecía la omnipresente bandera turco-chipriota.

Cena con Simeon y Chipris

Para ir a Famagusta o Magusa para los turcos, se ha de cruzar la frontera entre el sur y el norte de la isla, algo que cuesta entender por que no es como salir de un país y entrar en otro, si no simplemente al cambiar de calle, de repente te encuentras con el puesto de control y sus agentes, que hablan otro idioma y lucen una fisonomía diferente a los del sur.

Tras poco mas de una hora en dolmus, o taxi compartido , llegamos a nuestro destino; nos perdimos entre las callecitas absorbiendo con avidez todo lo que veíamos, notando que la decadencia de la ciudad le da un toque melancólico y algo triste, debido a la cantidad de iglesias o lo que queda de ellas, a su muralla y a la enorme zona que en su época de esplendor era todo un complejo vacacional con sus hoteles y playas a rebosar de bañistas, que hoy día solo da escalofrío verlos, kilómetros de tierra de nadie y todo por no encontrar un acuerdo entre las partes en conflicto al acabarse la guerra; pero también tiene su toque romántico, el mejor ejemplo es la torre de Otelo, que sirvió de inspiración a Shakeaspeare en su obra con el mismo nombre.

Torre de Otelo

Nuestra última noche en Chipre fue en Kyrenia , puerto de salida de la parte norte de la isla, atestada de tiendas, restaurantes y gente andando al anochecer por el paseo marítimo, y  lo mas destacado es su castillo.

De esta manera dimos fin a nuestra primera semana de viaje, intensa, llena de sorpresas y alguna decepción, ya estábamos listos para cambiar de continente. Nuestra primera parada en Tukía fue Tasucu, llegamos en ferry, tras navegar un par de horas, amenizados por las carcajadas incesantes de nuestros compañeros de travesía turcos, quienes estaban pendientes de la película que proyectaban y que parecía la versión Americana de La Pasión Turca.

Nada más llegar y luego de pagar la correspondiente tasa por el visado, probamos las delicias locales preparadas principalmente con carne de cordero, frescas verduras y el refrescante yogurt.

Castillo de la Doncella

Luego pasamos la tarde en Kizkalesi a poco mas de una hora en dolmus. Esa pequeña localidad nos sorprendió no solo por su maravilloso Castillo de la Doncella a 200 metros de la costa, ni por las ruinas de la fortaleza de Korykos al final de la playa, si no por que la extensa playa estaba abarrotada de turistas locales, algunas chicas con pantalones cortos como bañadores y las mas radicales con un traje de manga larga pantalón y con la cabeza cubierta, eso si sin perder la coquetería propia de las mujeres, sus trajes venías con tonos suaves o adornados con figuras vegetales.

Castillo de Korykos. Kizcalesi

Las hermosas mezquitas, los carteles con anuncios de la llegada del Ramadan, y la melodiosa llamada de la oración nos daban la bienvenida al nuevo país y al nuevo continente.