Primeras impresiones de China
A 3480 m en Shari Tash, amaneció lloviendo, venteando, con frío, en fin no era el día idóneo para hacer dedo hasta la frontera con China. Gracias a la fortuna que siempre nos acompaña o a las infinitas oraciones de mi mamá, un grupo de jubilados alemanes que andaban en un camión haciendo un tour de la ruta de la seda desde Uzbekistán, no solo nos llevaron a la frontera sino a Kashgar, nuestro primer destino chino, pese a las dificultades que se iban presentando durante el día.
Tanto viajeros como guías de viajes, nos advertían de los cambios drásticos que viene sufriendo la ciudad vieja, y creo que se han quedado cortos; aunque si se callejea, es posible encontrar rinconcitos auténticos, con gente encantadora que pese a la dificultad del idioma, se nos acercaban y preguntaban por medio de signos, de dónde somos? O si estamos casados? O si tenemos hijos?.
Dos antiguas construcciones se han salvado del afán del gobierno Chino de modernizarlo todo, las que pertenecían a las embajadas Británica y Rusa, esto se debe a que ambos edificios están protegidos, actualmente el primero es un restaurante Chino con hermosos salones mientras el segundo es un hotel.
Uno de los grandes atractivos de la ciudad es el mercado de animales de los domingos, cabras, ovejas, burros, caballos, vacas, camellos y enormes yaks, son los productos que se comercian. Una de las cosas más llamativas es el tamaño de algunos animales, es fácil ver ovejas con patas larguísimas o ganado ovino enorme.
Comer en este país no es un problema, siempre hay alquien que vende algo apetitoso en cualquier parte, además la comida suele ser fresca, recién preparada, puesto que el sacrificio de animales esta a la orden del día, en los sitios más inesperados, como en la esquina de nuestro alojamiento, donde al día por lo menos degüellan 4 o 5 ovejas, eso sí, al atardecer no quedan ni los huesos, se vende todo.
La idea de ir a Tashkurgan nos seducía mucho, debido a las impresionantes montañas que la rodean, a su importancia como lugar de descanso de las caravanas que hacían la ruta de la seda y se dirigían a Kashgar, así como recorrer parte de la famosa carretera Karakorum que une China con Pakistán. El lugar idílico y rústico a 3600m que nos esperábamos, es en la actualidad una pequeña población de estilo chino, donde se encuentra de todo, hasta un restaurante Pakistaní, donde comimos la deliciosa carne de Yak.
A 28 horas de tren de Kashgar y 154 metros por debajo del nivel del mar, se encuentra Turpan, que nos recibió con un calor aplastante, cerca de los 47º, dificultando hasta respirar, aún así no dejamos de visitar la ciudad de Jiaohe y las cuevas de Bezeklik.
Jiaohe, está considerada la ciudad más grande, antigua y mejor preservada del mundo. Carente de murallas gracias a su estratégica ubicación entre dos ríos, es sin lugar a duda un sitio espectacular, más aún al atardecer, cuando los colores naranja y ocre se intensifican mientras el calor amaina.
Por otro lado están las cuevas budistas de Bezeklik o al menos lo que queda de ellas. Aunque la calidad artística de algunos murales es muy buena, el deterioro general es evidente, según cuentan, esto se debe tanto a los locales musulmanes, por sus creencias religiosas, como a los campesinos que usaban las pinturas como fertilizantes. Pero no se puede dejar de mencionar el enorme daño causado por europeos, quienes se llevaron los murales mejor conservados.
No puedo dejar de mencionar, la sensación tan extraña al no tener acceso a google, youtube o a alguna red social como facebook, puesto que estamos muy acostumbrados a tener toda la información de manera inmediata y fácil. Viajar por China no es fácil y más aún sin las ayudas de traductores o mapas, menos mal que casi siempre nos echaban una mano los jovenes locales, quienes abundan por esta època en cualquier parte del país.