Cerrando con broche de oro, la vuelta al mundo.
Entrar a Colombia fue un disgusto placentero; disgusto por que los trámites en la frontera de ambos paises nos costaron poco mas de tres horas, frío y dormir en un hotelito lejos de toda civilización, pero placentero por que llegábamos a casita
Al día siguiente, antes de dirigirnos a cualquier parte, tomamos un típico desayuno colombiano, chocolate con queso y almojábanas, que delicia, y ya con el estómago lleno y feliz nos fuimos a conocer el famoso Santuario de las Lajas, a unos 15 minutos de Ipiales. Había visto muchísimas fotos del templo neogótico, pero realmente lo que me llamo la atención fue la cantidad de fieles que acudían a la misa, muchos de ellos con muchas dificultades para caminar, pero para ellos la fe mueve montañas, y las colas donde desde a hermosos querubines les brotaba agua bendita, eran enormes.
De camino a Pasto, la carretera es impresionante, y los paisajes aún mas, yo tenía una mezcla de sentimientos rarísima, felicidad por estar de nuevo en Colombia y terminar mi viaje alla, pero mucha tristeza de saber que la vuelta era inevitable, lo único que me animaba era la alegre música y a todo volumen de la radio del colectivo, canciones conocidas y viejas me acompañaron hasta la fría Pasto.
San Juan de Pasto, es conocida como la ciudad “Sorpresa de Colombia”, el por que no me lo supieron decir y tampoco lo encontré en mis pesquisas por internet, pero estaba clarísimo, las iglesias en cada esquina del centro de la ciudad, las vistas del activo volcán Galeras, quitan la respiración, la cercanía de la Laguna de la Cocha, además, la gente es maravillosa, allí conocimos a Alex, quien nos acompañó, durante los días que estuvimos en la ciudad, mostrándonos su cara mas amable y cálida. La ciudad tiene una historia diferente a muchas en cuanto a la época de la independencia se refiere, los pastusos, lucharon con bravura, pero no contra el reino de España sino contra los independentistas, y eso le valió la masacre ordenada por Simón Bolivar y perpetrada por Antonio Jose de Sucre, en lo que hoy se recuerda como la Navidad Negra de Pasto.
Al salir de Pasto, comenzó una carrera contra el tiempo para llegar a Bogotá, una vez mas Nacho y yo nos separamos; pasé unos días en mi adorada Medellín, que estaba preciosa como siempre y un par mas en la ciudad Bonita, Bucaramanga; allí disfruté de mi familia, la comida casera y el increíble clima de la ciudad.
Los días en Bogotá fueron de descanso total, consintiendo a mis papas y mi hermano, viendo a mis amigas mas cercanas, arreglando el mundo ya que después de darle la vuelta esta mas enredado, pero definitivamente terminar en mi casa un viaje tan único como este, fue la mejor decisión.
Lo curioso es que cuando pensábamos que ya estábamos de vuelta, gracias a los overbooking voluntarios, pude disfrutar de Lima y de mis amigas peruana, por cinco jornadas mas.
Indudablemente, los trece meses por el mundo, me han abierto los ojos, la mente, la perspectiva de la vida, aprendí que es poco lo que necesitamos a diario, solo una maleta con lo justo y mi compañero, mi amigo, mi todo, Nacho, fui inmensamente feliz y solo deseo que no sea la única vez que pueda tener esta experiencia, ya estoy preparada para la siguiente.