Bali, para todos los gustos
Volver a lugares que has conocido en el pasado y de los que tienes buenos recuerdos, puede llegar a ser una sorpresa, agradable, si ves que mantiene ese encanto que te cautivó o todo lo contrario, si descubres que se ha convertido en un lugar “mas” de turistas.
Por suerte, a pesar de ser una isla pequeña, Bali tiene lugares para todos los gustos. Cuando la visitamos hace cinco años, nos alojamos entre la zona de Kuta y Legian, en el centro de la vida turística, lo más lejano a autenticidad balinesa. Entonces nos bastaron dos días para decidir que debíamos salir corriendo de esa locura, está vez con una noche fue suficiente.
Nos dirigimos a Ubud, de donde teníamos muy buenos recuerdos, aunque también es turístico, se respiraba un ambiente más cultural con danzas, música en vivo casi a diario, además de palacios y templos en centro, a todo esto se le añaden sus alrededores, los cuales son una delicia de visitar, templos, antiguos yacimientos, pueblos artesanos e infinidad de arrozales.
Al menos así lo recordábamos, ahora se ha convertido en una bulliciosa urbe con hoteles por doquier y tiendecitas de souvenirs. Fue un poco descepcionante, aún así le encontramos su lado amable, un par de sitios donde la comida es excelente, nuestro alojamiento, a muy buen precio, era precioso con unas vistas inmejorables y lo mejor encontramos un sitio donde bailar salsa con música en vivo. Encontrar este lugar nos llevó a un descubrimiento mayor, las cremaciones del ubud.
Tras un par de días en Ubud, tomamos rumbo al norte de la isla; cruzamos las montañas centrales por la zona de Bedugul, marcada por temperaturas más frescas y campos extensos de cultivos de frutas y hortalizas. La sucesión de pueblos costeros al que nos dirigimos se le ha denominado Lovina, las playas son de arena volcánica, no muy espectaculares pero muy tranquilas, con poquísimos turistas. Su reclamo radica en el avistamiento de delfines al amanecer además de ser un buen punto de partida para excursiones por los pueblos costeros y las montañas centrales.
La mejor forma de visitar los alrededores es en moto, así que alquilamos una y salimos camino a las montañas. Nuestra primera parada fue en la cascada “Git Git”, tiene un paseíto cómodo entre tiendecitas y arrozales, una vez en el sitio es fácil ver fieles haciendo ofrendas en los templetes que se encuentran junto a la cascada.
Una de las fotos más vistas de la isla, es quizás la del templo hindu-budista “Pura Ulun”, en el lago Bratan, construida sobre islitas en el siglo XVII y dedicado a la diosa de las aguas, Dewi. Tuvimos la suerte de ver una celebración con mucha gente, música, ofrendas, comida y flores, muy digna de la importancia de dicho lugar santo.
Después de comer algo ligero con un vaso enorme de jugo de fresa, muy típicas de la zona, nos dirigimos hacia los miradores de los lagos Buyan y Tamblingan, una preciosidad y más aún por los pocos visitantes que tiene.
Para finalizar, vale la pena visitar los poco visitados templos que se encuentran a pocos kilómetros de la zona de los hoteles, muchos de ellos tiene tallas de piedra caliza preciosas, como el “Pura Beji”, “Pura Maduwe Karang” o el “Pura Dalem”.
Luzita que lindo es conocer a través de tus ojos estos sitios maravillosos,mil gracias por transmitirnos tus experiencias.