Un día perfecto en Kuala Lumpur
El auge en los últimos años de las aerolíneas de bajo coste en el sudeste asiático ha situado a Kuala Lumpur (aunque todo el mundo se refiere a ella como KL) en las agendas de muchos viajeros. Algunos simplemente la ven desde el aeropuerto, pero son cada vez más los que se deciden a pasar algunos días para descansar de caminatas por la jungla o readaptarse a la ciudad tras venir de tribus remotas o playas paradisíacas. Con las múltiples caras que ofrece la ciudad nunca salen decepcionados.
Dentro del proyecto 100 ciudades donde intercambiar antes de morir, de Knok os propongo un itinerario para aprovechar ese día en KL mientras esperáis el vuelo al siguiente destino.
Una buena forma de empezar es visitando las Batu Caves, unas cuevas-templo hinduistas que atraen fieles de todo el país. Por la mañana las escaleras de subida están en sombra, y dado el clima húmedo de KL se agradece estar protegido del sol, así que no hagas muy tarde. Aunque están un poco alejadas del centro se llega muy fácil tomando la línea A del tren.
Aparte del extraordinario entorno natural, los templos de su interior están en continua actividad con coloristas pujas (ceremonias de ofrendas) que hacen las delicias del fotógrafo. La diversidad étnica de la sociedad malaya se pone de manifiesto aquí mejor que en ningún otro sitio, pues acude gente de todas las religiones atraídos por el interés turístico. Choca el contraste de los coloridos saris hindús con las túnicas negras de las mujeres musulmanas de las que apenas se pueden ver los ojos
Para regresar se vuelve a coger el tren. Los que hayan madrugado pueden ir hasta KL Sentral y de allí tomar un taxi al templo chino de Thean Hou. Es una construcción reciente, pero las esculturas de los tejados son impresionantes y las interesantes vistas desde el piso superior permiten apreciar la cantidad de zonas verdes que tiene KL. Otro corto trayecto de taxi te devuelve al corazón de little India para retomar fuerzas con una samusa y un lassi bien fresco, antes de continuar hacia la parte colonial, donde se habrán parado los que no hayan madrugado tanto.
La zona histórica y Chinatown son barrios para caminar y buscar rincones con encanto, edificios centenarios y templos por los que no pasa el tiempo. Se puede comenzar por la plaza Merdeka, donde se proclamó la independencia de Malasia en 1957, flanqueada por los edificios de época colonial más sobresalientes que a pesar de estar rodeados por modernos rascacielos acaparan todas las fotografías.
Justo detrás, encajonada junto al río, la mezquita Jamek sigue marcando el ritmo de la vida musulmana del barrio desde hace más de cien años, y es un oasis de tranquilidad con sus palmeras entre rascacielos.
Si se ha optado por no ir a las Batu Caves es interesante acercarse a ver Sri Mahamariamman con sus coloristas figuras sobre la torre de entrada. Es un templo dedicado a la diosa madre Mariamman con toda la parafernalia de guirnaldas y ofrendas de flores como si estuvieras en el sur de la India.
Para visitar el templo taoísta de Sze Yah, mi preferido en Kuala Lumpur, hay que poner atención pues uno puede confundir la entrada con una tienda o un parking y pasarse de largo. Pero no hay problema, preguntando se acaba encontrando y el esfuerzo merece la pena. En su interior uno se sorprende de su frenética actividad. Las barritas de incienso llenan los soportes rápidamente y en menos de tres minutos las vacían. Otros queman montones de papeles con deseos o con fotocopias de billetes. Los más pudientes se deciden por bastones de incienso de casi 1 metro y del grosor de una botella de refresco. No falta la brigada dedicada a limpiar los baldosines de la pared del hollín que se genera. Parece cualquier cosa menos un lugar de meditación espiritual, pero me encanta.
Si uno no está cansado puede acercarse hasta el templo de Chan She Shu Yuen, en la parte sur del barrio. A diferencia de Sze Yash, éste tiene el atractivo en el exterior. Los tejados y las fachadas están decorados con unas delicadas y coloridas figuras de porcelana que retratan escenas cotidianas del pasado.
Cuando el estómago nos hable para parar a comer, si no se ha encontrado un restaurante que motive, se puede caminar un poco más hasta la otra pequeña India, al norte de Chinatown, o dirigirse al mercado central, más cerca, donde encontrará delicias de la cocina malaya. Que nadie espere un mercado local, pues se ha convertido en una trampa para turistas, pero la arquitectura y los edificios de los alrededores merecen la pena. Para los que huyan del picante les recomiendo que prueben la salsa satay, a base de cacahuete. Aviso, ¡cuidado que engancha!
Llega el momento de abandonar el pasado y dirigirnos al futuro, de coger el tren ligero y acercarnos a las torres Petronas, símbolo del Kuala Lumpur dinámico y moderno. En las plantas bajas nos recibe el centro comercial Suria que viene bien para abastecerse de cosas urbanas si uno se tiene que volver a la selva. Tras tomarse las fotos de rigor con las torres de fondo se puede subir hasta el skywalk en el piso 41, o hasta la plataforma de observación del piso 86. Para evitar colas es recomendable sacar los billetes online y así ajustar el horario.
Para terminar el día tomamos el monorraíl y nos acercamos a la zona comercial de Bukit Bintang. Como ya será de noche podemos esperar la hora de la cena en alguno de los centros comerciales de la zona. Los amantes de la tecnología querrán ir al Low Yat Plaza para ponerse al día de las últimas tendencias, pero yo recomendaría no perderse el Berjaya Times Square que simboliza perfectamente otra de las caras de KL, la del consumismo. Podría ser perfectamente la catedral de esta nueva religión. Todo está estudiadamente desordenado para que tengas que dar vueltas en su interior mientras los escaparates te van repitiendo el mantra del “compra compra”. Es gigantesco y en su interior hay de todo: bolera, tiro al arco, hasta un parque de atracciones con montaña rusa gigante incluida.
Aunque hay sitios interesantes para comer también aquí, a un par de calles de distancia está Jalan Alor, la forma perfecta de terminar un día en KL. En esta famosa calle las aceras están tomadas por cientos de mesas al aire libre que esperan a los comensales hasta altas horas de la noche. Los puestos de comida, en los que los pescados y marisco están para tentar a la vista, se alternan con carritos de frutas tropicales y con artistas callejeros, creando un ambiente especial que ha convertido a la calle Alor en uno de los lugares más recomendados de KL, en el que puedes disfrutar comida riquísima por un precio muy asequible. Si es temporada no dejéis de probar el durian, una curiosa fruta con pinchos, que a pesar de su olor peculiar, para algunos es la mejor fruta del mundo Los expertos dicen que lo más de lo más es acabar tomando un mangostino, otra curiosa fruta local, al final.
Se acabó el día y toca preparar la maleta para el siguiente destino, pero si por lo que sea puedes quedarte otro día más, KL tiene mucho más que ofrecer, y algunas excursiones por los alrededores muy interesantes. ¡Verás como volverás!