Gratos encuentros en Buenos Aires y Uruguay
Llegar a Buenos Aires tenía mucho significado para mi, me encontraría con Nacho después de diez días viajar por separado y además visitaríamos a Teresa, una encantadora española, quien vive en Argentina hace 18 años, con sus hijas y su marido Alejandro. La conocimos en Papeete gracias al retraso que sufrimos por la aerolínea con la que viajábamos.
Durante los días que estuvimos en la ciudad, el sol no se asomo ni por equivocación, así que los días los pasamos entre cortos paseos por la zona de Tigre; además de los principales atractivos de Buenos Aires, como la antigua zona de barracones de esclavos, hoy conocida como la Boca, con sus coloridas casas; el lujoso barrio residencial Recoleta que tiene ubicado el interesante e histórico cementerio con su mismo nombre y San Telmo, que se caracteriza por las calles empedradas, casas coloniales, museos y la frenética actividad cultural.
Otro grato encuentro fue con nuestra amiga Soco, quien tras varios años fuera de su Argentina natal, finalmente echaba anclas en la capital. Con ella vivimos un poco la vida nocturna de la ciudad; después de una copiosa y tardísima cena, fuimos a un sitio auténtico para oír tango, pero era tan pequeño que casi nos fue imposible disfrutarlo, finalmente decidimos acomodarnos frente al bar y así pasar una velada aun mas tranquila.
Nuestro siguiente destino era Uruguay; llegamos a dicho país, de la misma forma que muchísimos bonaerenses lo hacen cada fin de semana, en barco.
El trayecto que tomamos, salía de la localidad de el Tigre y arribaba a el Carmelo, y de ahí tomamos un bus a la pintoresca ciudad de Colonia, famosa por su casco histórico.
La mezcla de arquitectura española y portuguesa, el buen estado de conservación en que se encuentran las casas, el empedrado de las calles, los museos y el ambiente que se respira, hacen de la ciudad un valor seguro en el país.
Uruguay, no estaba en nuestros planes iniciales, hasta que decidimos pasar a visitar a un viejo amigo español, August, a quien conocimos un par de años antes en Colombia; en ese entonces, el era quien estaba dando la vuelta al mundo y por cosas del destino y del amor, se radicó en la capital del país, para vivir con su novia, Alejandra. Fue un gustazo vernos tras años de contacto, gracias a las redes sociales y fue mas agradable aún, ver a nuestro amigo, feliz y encantado con su nueva vida, totalmente hecho a la vida uruguaya, tanto que el “ta”, tan usado por los locales, esta en su vocabulario cotidiano.
Este pequeño país de solo 3 millones de habitantes, de los cuales la mitad vive en la capital, me sorprendió gratamente por varias razones, una de ellas, el buen concepto que tienen los uruguayos de sus políticos, que no los consideran corruptos y ven sus gestiones de manera positiva. El mejor ejemplo es su presidente, Jose Mujica, antiguo militante del grupo guerrillero los Tupamaros, quien pasó quince años de sus vida tras las rejas. En la actualidad y desde hace muchos años vive de forma austera en una “chacra”, una pequeña finca, en lugar de la residencia presidencial.
Nuestros amigos franceses Carole y Marcel, se encontraban en Uruguay por esos días, así una vez más disfrutamos de su compañía unos cuantos días. Montevideo la conocimos paseando por el jardín botánico, el centro, los museos y comimos el delicioso asado uruguayo. Otro día fuimos a Punta del Este, la zona mas turística del país, en donde durante la temporada alta, los argentinos llegan en masa y los locales huyen a otras zonas de playa. También visitamos Casa Pueblo, construida por el papa de Carlitos Paez, uno de los sobrevivientes del accidente aéreo de 1972. El sitio, es a la vez museo y hotel con una arquitectura diferente a cualquiera, muy llamativa.
Atravesamos el país para llegar a la frontera con Brasil, entre llanuras, pobladas de ganado y gauchos, un paisaje completamente diferente al que veníamos viendo en Chile y Argentina. La ciudad fronteriza uruguaya, Rivera, esta separada por una calle, de la brasileña, Santa Ana do Livramento. Es imposible no darse cuenta de el cambio de país, dos enormes banderas, marcan el lugar, además de la lengua, de un lado español y del otro portugués, pero tienen en común la costumbre de beber mate. No menos curioso es la manera de realizar la inmigración; ya que cada oficina se encuentra en el extremo mas lejano de su ciudad.
Me encanto la cronicas y haberlos tenido aqui en Buenos Aires!!!
Espero verlos nuevamente, mi corazon es viajante y lo seguira siendo, asi que nunca se sabe donde nos reencontraremos!!
Besos a los dos y disfruten de los meses que siguen todavia!!!
jaja, la foto de Punta Este es total… Argentina, Uruguay… pedazo de destinos!!! un besazo
Chicos, que lindo ha sido leer la entrada de su paso por Uruguay. Fue muy agradable teneros en casa por unos pocos días y compartir algunos buenos momentos, menos de los que nos hubiera gustado.
Nos veremos en el futuro, seguro, donde? Eso ya el destino lo dirá. Besos y abrazos mil. Sigan disfrutando viajeros!!!