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Remontando el Duero desde Oporto

Oporto y el puente Luis I

Remontando el Duero desde Oporto

Oporto evoca a vino, aunque cuando uno lo visita se sorprende de que no esté rodeado de campos repletos de viñedos. La ciudad ha crecido al calor del dinero generado por el comercio del vino, pero para ver sus viñas hay que remontar el río Duero hasta la zona vinícola de Regua. Entonces todo cobra sentido.

Llegando a Regua

Llegando a Regua

La parte monumental de Oporto rivaliza tímidamente con Lisboa para atraer visitantes y es otra de las razones que están haciendo de Portugal un destino turístico cada vez más frecuentado por los españoles. Los azulejos blancos y azules recubren las paredes exteriores de las iglesias para darles un poco de alegría frente al cielo gris, tan habitual por estos lares. En esa misma tradición se enmarca el monumental hall de la estación de Sao Bento, que es la mejor forma de llegar a la ciudad, a la que vinimos tras visitar Coimbra.

Rincon de Oporto

Rincon de Oporto

Mi consejo para visitar Oporto es perderse caminando sin hacer mucho caso al mapa. Marcar  monumentos hacia los que dirigirnos y dejar que el instinto nos lleve a descubrir callejas que tengan ese punto de encanto de lo decadente. Uno de los lugares que marcaría en el mapa sería la capela de las Almas, para no perderme el cercano mercado de Bolhao, y recorrer a la vuelta la calle Santa Catarina hasta el café Majestic, buen sitio para recargar pilas.

Capilla de las Almas Oporto

Capilla de las Almas Oporto

Otro de los puntos a marcar es la iglesia de las carmelitas, para no perderse la centenaria librería Lello, con su estilo neogótico y sus retorcidas escaleras. Desde que se vinculó a la saga de Harry Potter llegan hasta grupos en autobuses, pero a pesar de la extendida leyenda urbana, no cobran por entrar. Aprovechando su tirón se han restaurado antiguos almacenes comerciales en los alrededores que sin tener su fama, merecen una visita también.

calle de Oporto

calle de Oporto

Entre ambos extremos del paseo urbano, las posibilidades son amplias, pero si se quiere meter una vista panorámica, el mirador de la Vitoria es una de las mejores opciones en este lado de la ciudad. Desde allí se puede bajar a la ribera del río y disfrutar del segundo gran atractivo de Oporto, el Río Duero y sus puentes. Es difícil no sucumbir al atractivo de las terrazas de los restaurantes desde donde puedes terminar el día mirando al puente de Luis I.

libreria Lello Oporto

libreria Lello Oporto

Las barcazas antiguas amarradas a lo largo del río invitan a mirar a la otra orilla, donde, con un aspecto de pueblo pequeño, están todas las bodegas desde las que los ingleses exportaban al mundo el famoso vino de Oporto. Aquí se envejecían los caldos obtenidos con las uvas que eran traídas corriente abajo desde los viñedos del alto Duero. Ahora se puede hacer la visita a los viñedos combinando el barco y el tren. Nosotros sólo íbamos a remontar el Duero pues nuestro siguiente destino era Salamanca.

Oporto y el puente Luis I

Oporto y el puente Luis I

La vista de Oporto desde el río es la tercera de las atracciones de la ciudad. Ves cómo la vida se articula alrededor de sus orillas y sus puentes. El viaje comienza con un desayuno a bordo. Al remontar el río, poco a poco el paisaje deja de ser urbano y la vegetación se convierte en la protagonista de las riberas. Acostumbrado como está uno a la amplitud del valle del Ebro, llama la atención que toda el agua de la vasta cuenca del Duero se encajone en esta parte final y que el río transcurra entre colinas, con laderas pendientes cayendo hasta la orilla.

Estrechos en el Duero

Estrechos en el Duero

De cuando en cuando aparecen pequeños pueblos con su embarcadero o su playa, rompiendo la monotonía verde con sus casas blancas. También uno se entretiene con las aves, que abundan en el recorrido, y los restos de barcos en las orillas te hacen imaginar la importancia del tráfico fluvial años atrás. La causa del progresivo abandono fue la aparición de mejores carreteras y la construcción de presas hidroeléctricas, que curiosamente son las que le proporcionan hoy el atractivo al crucero con sus esclusas.

esclusas carrapatelo

esclusas carrapatelo

Los 14 metros de las esclusas de Crestuma Lever entretienen por ser la primera vez que uno se ve en esta tesitura, pero lo verdaderamente impresionante son los 35 metros de las esclusas de Carrapatelo, un verdadero ascensor acuático. La entrada no es la típica de la compuerta de doble hoja, si no que una especie de túnel te deja entrar el cubo que se llenará de agua más tarde, subiéndote a más de 2 metro por minuto.

Isla de Amores

Isla de Amores

Es tras estas esclusas cuando las terrazas de los viñedos se hacen las dueñas de las laderas durante kilómetros. Aquí se criaban las uvas que nutrían las copas inglesas en sustitución de los vinos franceses, con los que acababan de entrar en guerra, dando lugar a uno de los vinos dulzones más conocidos del mundo, el Oporto. En Paso da Regua desembarcamos. Los que viajen con buen presupuesto, pueden sobrevolar los viñedos en helicóptero y disfrutar de la vista aérea, mucho más espectacular. Nosotros montamos en un minibús camino a Salamanca para terminar el viaje de estudios en la cuna del saber. Pero esa será otra historia.

Terrazas de viñas en alto Duero

Terrazas de viñas en alto Duero

Datos prácticos: La duración de este crucero fue de 7 horas. El resto de los pasajeros regresaban a Oporto en tren por la tarde. La frecuencia de los cruceros y el precio varían según la temporada. Os podéis informar en http://www.barcadouro.pt/

 

barcos viejos en el Duero

barcos viejos en el Duero

nacho

nacho

Profesor y soñador de viajes, que a veces logra convertir en realidad.

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