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La frontera oriental de Turquía; llanuras, montañas y pastores

Palacio de Ishak Pasha. Al fondo Dogubayazit

La frontera oriental de Turquía; llanuras, montañas y pastores

Aunque veníamos de una zona cálida de Turquía, las interminables plantaciones de árboles de pistacho cerca de Urfa ponían un toque verde al paisaje. Conforme avanzábamos hacia el este, las praderas se convertían en las dueñas absolutas y los árboles pasaban a ser un exótico elemento que aparecía pegado a los escasos cursos de agua. Entramos en territorio de pastores, la esencia del pueblo kurdo, de palacios y ruinas milenarias.

Van antiguo y moderno

Van antiguo y moderno

Llegar al lago Van fue un refrescante respiro tras varias jornadas de calor. La masa de agua, además de ser un escape visual, garantiza una temperatura más agradable en sus orillas con una suave brisa que da un descanso al viajero. Sin embargo la ciudad de Van parece que ha crecido de espaldas al lago. Es la consecuencia de las guerras y sus efectos colaterales. Hasta la primera guerra mundial su casco antiguo se extendía junto al lago, al pie de la impresionante fortaleza que todavía se levanta con majestuosidad en la cima de un alargado relieve rocoso. Ahora sólo queda el espacio vacío recubierto de pasto, y los restos de un par de mezquitas cuyos alminares se resisten a caerse del todo. Triste final para lo que eran tres mil años de presencia humana continuada, tal como algunas inscripciones cuneiformes informan en la roca.

pueblo kurdo

pueblo kurdo

De camino a Dogubayazit el paisaje comenzaba a tomar protagonismo. Los pozos de petróleo empezaron a aparecer a ambos lados de la carretera como champiñones.  Las praderas parecían expulsar rocas de apariencia volcánica de su interior, dando un aspecto marciano al conjunto. Cuando había cortados en el terreno, aparecían colores rojizos un rato, para luego volverse  grises. De vez en cuando atravesábamos poblados de casas de piedra de un piso, disimuladas con el entorno pues en el tejado plano crecía la hierba, y sus ventanas eran diminutas para resistir el invierno. Los aldeanos andaban atareados preparándose para el invierno apilando el pasto segado con guadaña, y las boñigas secas del ganado, que ayudarán a amantener el fuego caliente.

Dogubayazit con el Monte Ararat al fondo

Dogubayazit con el Monte Ararat al fondo

Dogubayazit tiene está en un enclave privilegiado. La llanura que lo rodea muere a los pies del monte Ararat, que se yergue majestuoso como si fuera la definición de montaña perfecta, coronado por nieves perpetuas.  Por el otro lado se recorta la silueta del palacio de Ismak Pasha, colgado en un saliente de roca y que deja adivinar perfectamente el lujo con que los príncipes de la zona podían llegar a vivir al terminar el siglo XVIII. Cómo me hubiera gustado tener una máquina del tiempo y trasladarme a mirar por una rendijilla la vida cotidiana de palacio (evitando el harén por si acaso).

Palacio de Ishak Pasha. Al fondo Dogubayazit

Palacio de Ishak Pasha. Al fondo Dogubayazit

En la ciudad sigue mandando el ritmo del ramadan. Curiosamente cada localidad tiene su propio horario de iftar de acuerdo a la hora del ocaso, y mientras aquí es a las 7 de la tarde, en Estambul es una hora más tarde, pues la llamada la retransmiten por la tele. Otro ejemplo más de las diferencias que tiene este país. ¿En qué se parece un pastor kurdo a un vendedor del gran bazar de estambul? Tras el iftar las calles se llenan de gente, y de policías con el equipo antidisturbios. Ya los había visto en Van también. Están tranquilos, charlando y riendo, pero están en el centro de la ciudad, como para evitar que ninguno se anime más de la cuenta, pues aunque las cosas enlas ciudades están tranquilas, en los pueblos y fronteras con irak la cosa parece que vuelve a revolverse un poco. Ahora entendemos las despedidas multitudinarias que veíamos en las estaciones de autobús. En Turquía todavía hay servicio militar de 15 meses y si el destino era en el kurdistan, hay ataques a cuarteles y muertos (como el entierro que vimos en Anamur) por lo que cuando algún familiar era llamado a filas, multitudes de hasta 200 personas acudían a despedirle con banderas y canciones.

Acumulando boñigas para el invierno

Acumulando boñigas para el invierno

Al salir hacia Kars se repite el paisaje de prados y rebaños. Kilómetros de nada atravesados por una carretera que corre paralela a los postes del teléfono, y que me trae recuerdos de los viajes por España de mi infancia. Llanuras que recuerdan a Mongolia, barridas por las primeras lluvisa del viaje. Estoy cruzando las mismas tierras que atravesó Ruy González de Clavijo en su embajada a Tamerlán, pues vino de Igdir, el próximo cruce de carreteras, a Dogubayazit. Hoy no hubiera podido hacerlo. Al preguntar por lo que parecían torres de vigilancia contra incendios al otro lado del cauce seco de un río, y sin árboles que vigilar, me informaron que eran vigilantes de la frontera Armenia, con quien no se llevan muy bien, y que permanece cerrada.

Panales en las tiendas de Kars

Panales en las tiendas de Kars

Kars es una ciudad extraña, pero que me cautivó. Ha cambiado de dueño tantas veces a lo largo de la historia, que cada uno ha aportado su granito de arena. Todavía conserva muchos edificios de la época rusa zarista, por lo que se podría decir que su cara es rusa, pero su alma es turca. La proximidad de Georgia y Armenia la hace algo más relajada que el resto del kurdistan, y aquí ya es posible tomarse una cerveza con la comida. Cerca de un antiguo hamam te puedes encontrar con lo que parece una esbelta iglesia armenia, que en realidad por dentro es una mezquita. Los trozos de panal envueltos en plástico, y con abejas dentro, cuelgan en los escaparates de tiendas especializadas en miel y queso. Las ocas corretean por las calles a escasas manzanas del centro, aportando un aire rural encantador a esta rara amalgama que a nadie deja indiferente.

Murallas de Ani

Murallas de Ani

Cerca de Kars están las ruinas de Ani, ciudad milenaria y antigua capital armenia. Quizá una de las ruinas que más me hayan impresionado de toda Turquía. Sólo quedan las murallas y unas cuantas iglesias-mezquitas esparcidas por una llanura que en sus momentos de explendor llegó a tener 100000 habitantes. Ahora la recorremos apenas una decena de turistas y nos dejamos acompañar por el susurro del viento como lejano heredero del bullicio que las caravanas de la ruta de la seda creaban al entrar a la ciudad. Otro símbolo más de la riqueza que el comercio puede generar, y lo que puede acontecer cuando se acaba.

Iglesia de San Gregorio, Ani

Iglesia de San Gregorio, Ani

Nuestro periplo por Turquía tocaba a su fin también. Las llanuras de pastos de altura dejaron paso a verticales valles de montaña mientras descencíamos camino de Artvin, nuestra última etapa. De repente aparecieron los árboles y los prados reverdecieron. Parecía que estábamos en los Alpes. Las colinas se llenaron de casas de madera de dos pisos, al estilo de Heidi, y los ríos dejaban oir su fuerza. Lástima que pronto una presa en construcción vaya a silenciarlos.

Valles cerca de Artvin

Valles cerca de Artvin

Acercándonos a Hopa, en la costa del Mar Negro, la frondosidad de la vegetación era exagerada. ¡Cuánto debía llover aquí! Me intrigaba una matita desconocida que tan cuidadosamente cultivaban en las laderas. Mi vecino de asiento me saco de dudas. Era la planta del té. Por fin sabía de donde salían las cantidades ingentes de chai que este país consume, pues pese a que ha dado nombre a un tipo de café, en Turquía la gente toma té.

Plantas de té

Plantas de té

admin

admin

2 Comments

  • Carlos

    Hola!

    Increible viaje que os estais marcando, no me dais demasiada envidia porque yo empiezo en Nov. XD!

    Os seguire interesado y a ver si coincidimos cuando esteis por Asia,

    Un saludo y suerte,!!!

    PD: Una pequeña sugerencia, podiais poner un «archivo blog» en la barra lateral para que fuera mas facil leer los post antiguos…. :S

    29 agosto, 2011 at 12:31 pm
  • BLANCA

    Hola Nacho y Adri! ¡Vaya cahier d’abord!. Precioso, curioso e interesante.Nacho:desde el día 8 que…¡no nos das ninguna envidia!!!!! argggg. Seguid disfrutando y gracias por compaartir semejante experiencia con el resto. Ahora, he visto lo de facebook y os agrego. Un besote enorme a los dos.Seguid cuidándoos y disfrutad FULL.

    11 septiembre, 2011 at 6:51 pm

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