Nueva York en otoño y barato
Hay quien está enamorado de la ciudad en los días pre-navideños de invierno. Muchos sólo disponen de vacaciones para visitarla en verano. Si puedes arreglarlo, otoño es la mejor época del año para dar una vuelta por la siempre sorprendente gran manzana. Temperaturas agradables, días todavía largos y una luz mágica harán que no quieras irte.
Noviembre es el mes del Maratón de Nueva York y la ciudad se engalana para acogerlo con los colores cambiantes de las hojas de sus agradables parques. Visitarla en esas fechas requiere planificación, pues los alojamientos suelen estar reservados con antelación. Otra buena alternativa son los puentes de todos los santos y del Pilar, si se pueden alargar algún día más.
También otoño es temporada de ofertas. Una conjunción sideral imprevista, en forma de oferta irrechazable, me puso en bandeja poder llevar a mi madre a que conociera este destino soñado. Prácticamente todas las compañías tenían el vuelo Madrid-Nueva York por 420 € ida y vuelta. ¡Atentos en septiembre a ver si se vuelve a repetir al Pilar que viene!
La parte más costosa tras el vuelo es el alojamiento. Las web de búsqueda de hoteles, hostales o habitaciones compartidas han puesto una oferta antes impensable a tan solo un clic de distancia y, con un poco de antelación, se pueden conseguir precios muy interesantes, y en el propio Manhattan. También está la opción couchsurfing, pero para quedarte en el centro hay que tener suerte.
Hace 10 años, cuando terminaba la vuelta al mundo sin avión, me quedé en casa de un amigo en el Bronx. Gracias al metro tampoco es tan mala opción si con eso ahorras unos dólares. Vivir en uno de los barrios alejados te abre otra perspectiva de la ciudad que a lo mejor no visitarías si te alojas en Manhattan.
Para las comidas, la opción más barata es comprar un bocadillo o un plato de carne con arroz, en uno de los cientos de carritos que aparcan en las aceras, en un curioso contrapunto con los rascacielos que los rodean. Luego buscas una mesa y sillas, de las que llenan los parques y plazas, y puedes reponer energía por cuatro perras. Si el dinero no es tu preocupación principal, la oferta culinaria “indoor” abarca todas las cocinas del mundo.
Son tantas las imágenes que uno ha visto de Nueva York, que generalmente se tiene ya claro lo que se quiere visitar al llegar. Para los que necesiten más información, hay infinidad de guías turísticas especializadas online, aunque la página de turismo oficial de la ciudad tiene información actualizada de lo que está sucediendo en cada mes.
También podemos echar mano de los itinerarios, las vivencias y las opiniones de otros viajeros en páginas como offroutes. Esta web te ofrece además la posibilidad de colaborar subiendo tu propio viaje y tus fotos, y servir de información para futuros visitantes, aparte de de poder compartirlo con amigos sin los costes de tener una página web propia.
Para los menos aventureros hay diversos productos a precio cerrado que combinan entradas a los principales monumentos, ahorrando filas de espera, y los billetes en los autobuses turísticos de “sube y baja cuando quieras” que recorren los sitios turísticos más visitados y que permiten que te hagas una impresión bastante buena de la ciudad sin la necesidad de ser un figura en orientación. Los puedes encontrar online fácilmente y se publicitan en todas las webs de Nueva York. Si lo digital no es lo tuyo, los venden también en los principales sitios turísticos.
Pero si el presupuesto es ajustado, el transporte público de Nueva York te lleva a todos los rincones, y te puedes sacar un pase de 30 dólares que te permite todos los viajes que quieras en metro y bus durante siete días. Con que cojas 12 veces un transporte lo amortizas y, si vas a estar turisteando por tu cuenta, seguro que rebasas ese número. Se saca en cualquier estación de metro, en la misma máquina que se compran los billetes de un uso.
Los monumentos no son baratos, pero también hay formas de visitarlos económicamente. El MOMA es gratis los viernes de 4 a 9 pm. La cola que se forma es impactante, pero corre rápido y en media hora estás dentro. El sábado de 17.45 a 19.45 el museo Guggenheim abre la entrada a “lo que quieras pagar”. Y es literal. Algo similar hace el Metropolitan, uno de los mejores museos del mundo. Los 25 dólares son una donación sugerida, pero te dejan entrar en cualquier momento pagando lo que puedas pagar. Los que estaban delante de mí en la fila pagaron 7 cada uno y les dieron la misma entrada que a mí.
Aunque ya se puede subir otra vez a la corona de la Estatua de la Libertad, sólo las personas que hayan conseguido reservarlo pueden disfrutar de algo más que un paseo alrededor de la estatua. Para evitar colas del ferry a la isla Ellis y ahorrar dólares, se puede tomar el ferry a Staten Island que pasa junto a la estatua y ofrece en el trayecto vistas envidiables de los rascacielos del sur de Manhattan. El propietario donó la concesión de la línea de ferry a la ciudad de Nueva York con la condición de que el pasaje no costara más de 25 centavos, lo que ha llevado a que sea gratuito. Sale frecuentemente en el extremo sur de Manhattan y no hay que esperar mucho. Si se va al atardecer, en el viaje de vuelta se pueden disfrutar los rascacielos iluminados en la noche.
Pero no te dejes engañar por los monumentos. La magia de Nueva York radica principalmente en su gente. Camina, mira e interacciona lo que puedas. Nueva York es la ciudad más internacional del mundo. Se dice que aquí se hablan todos los idiomas del mundo. Tiene rincones con encanto que todavía se escapan de los grandes circuitos. En el próximo post te cuento los que más me gustaron.