La capadocia aragonesa y otros paisajes irreales
Las caprichosas formas de las cárcavas de la Capadocia turca atraen miles de turistas cada año. Pero quién iba a imaginar que en la puerta de casa tendríamos paisajes de una factura similar. Hasta ahora el blog sólo recogía viajes fuera de España, pero como los seguidores del blog siguen aumentando, y muchos son de Latinoamérica, con este post voy a inaugurar una sección para dar a conocer esos destinos peninsulares que pueden servir de inspiración para viajes de aquellos que vengan a visitarnos.
Los lugares pequeños, los que permanecen fuera del circuito turístico tradicional, tienen un encanto especial para mí. No has visto fotos antes de llegar, por lo que todavía tienen la capacidad de sorprenderte. No tienes foto que reproducir con tu móvil, pues la perspectiva es toda nueva. Sólo observar y disfrutar. Y tras recorrer lugares lejanos, es hora de ir descubriendo los lugares que estando aquí al lado, pueden ser igual de interesantes para los ojos de los que llegan de lejos.
Para los que hemos recorrido Capadocia, la imagen de las famosas laderas de formas sinuosas está presente en nuestra memoria visual al caminar por los Aguarales de Valdemilaz. Y las comparaciones son inevitables. La escala es diferente, y el material también, pero el efecto es muy similar.
Lo que es diferente es la afluencia de público. Frente a los grupos de turistas que bajan de los autobuses climatizados y los amaneceres en globo de la versión turca, las sensaciones de nuestros aguarales son más bien de paz y tranquilidad, y difícilmente encontraremos otro ser humano merodeando por allí, salvo los fines de semana de buen tiempo. Si quieres estirar la escapada con una casa rural por la zona, una buena opción es casasrurales.net.
Para llegar hay que tomar una pista que sale de la carretera entre Piedratajada y Valpalmas, dos pueblos zaragozanos (se pueden buscar en google maps) no lejos del embalse de la Sotonera. Hay señalizaciones, pero si se tiene que preguntar, localmente se les conoce como Aguarales de Valpalmas, que es el nombre del pueblo más cercano, y en el que residió Santiago Ramón y Cajal en su infancia.
A diferencia de la Capadocia, donde el agua ha erosionado las cenizas depositadas tras antiguas erupciones volcánicas, en los aguarales son las arcillas y arenas las que se han ido modelando tras miles de tormentas estivales. Donde un material más resistente protege las rocas blandas inferiores, se forman las conocidas chimeneas de hadas, mientras que el agua de arroyada ha labrado canales y túneles con unas formas peculiares.
La visita entretiene a todas las edades. Los más pequeños pueden jugar a encontrar caras de monstruos, mientras que los mayores podemos sorprendernos con formas que nos recuerdan a las chimeneas de la Pedrera de Gaudi, o los soldados del Imperio de “La guerra de las galaxias”. Todo es cuestión de explorar y dejar volar la imaginación.
En algunos lugares el paisaje también recuerda al gran cañón del Colorado, salvando la escala, eso sí. Quizá sea el tamaño lo que le falta para que este curioso enclave tenga una mayor proyección como destino turístico, pues el entorno es único. Todo un reto para los amantes de la fotografía, que pueden pasar el rato buscando encuadres que anulen la sensación de tamaño, y entonces las fotos pueden dar perfectamente el pego, imitando los lejanos paisajes que tantas veces se han visto en posters turísticos. El subconsciente se encarga del resto.
Eso es lo que me pasó en Koto Gadang, un pueblecito de Sumatra cerca de Bukkittinggi. En el humilde salón de una paisana que vendía artesanía de plata, sólo había una foto en la que se veía a la abuela con lo que me pareció la Gran muralla china de fondo. Me intrigó saber cómo habría viajado tantos kilómetros la anciana, y cuando le pregunté me dijo que la foto estaba tomada en el pueblo. Efectivamente una réplica a escala que adorna las escaleras de acceso al pueblo hace que el subconsciente qiera ver la Gran muralla china, y se ha convertido en un verdadero atractivo turístico.
Si tener que ver con las formas de Capadocia, similar es el caso de la montaña de colorines de Bijuesca. Los aficionados a los correos de “los 10 mejores lugares de…” igual conocen las fotogénicas montañas de colores de Zhangye Danxia en China. Al ver la foto uno se queda impactado por la fuerza de los colores, y la palabra photoshop ronda enla cabeza. No he estado y no puedo opinar, pero los que no puedan irse tan lejos, en las cercanías de Calatayud tienen otro curioso enclave aragonés en el que disfrutar de unas laderas de colores cuasi irreales, que proporcionan fotos que parrecen traídas de exóticos y lejanos lugares.
En una agradable caminata que parte de la antigua fuente y lavadero de Bijuesca se puede llegar a este otro rincón con encanto en el que el paseo entre los campos y sus flores es parte de la magia del lugar. Los colores de las arcillas parecen sacados de una paleta de un pintor impresionista. Nuevamente un lugar único y poco conocido que junto con una merienda en las cascadas del río Manubles hace una excursión con la que dejar boquiabierto a esa visita que viene de fuera. La escala marca las diferencias, pero para la mayoría, una vez más, el tamaño no importa.
Aragón, pequeño y gran mundo. Preciosa crónica
Gracias Nacho, voy a utilizar este post para mi trabajo de biología sobre las Carcavas
José Luis, me alegro que te sea de utilidad. Ahora tienes que pasarte a visitarlo en persona 😉