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La riviera turca

Castillo de Mamure

La riviera turca

Los rasgos del resto de los pasajeros del ferry a Tasucu indicaban que nos metíamos de lleno en Turquía. Las miradas se hacían más penetrantes y las maletas alcanzaban tamaños inmanejables, con asas rotas y ruedas destrozadas de cargar volúmenes en los que perfectamente cabría una persona dentro. En el último tramo de la travesía, paralelo a la costa, se nos mostraba un paisaje idílico de playas desiertas, alternado con acantilados rocosos, y algunos veleros para dar la nota de color.

Olimpos

Olimpos

Tan prometedor panorama sobre el país se nos cayó cuando tuvimos que comprar el visado. Para acceder a la oficina había que atravesar la entrada a un baño. Las corbatas anudadas colgaban en el perchero y, a falta de otro papel, el funcionario apuntó  nuestros nombres en una hoja rosa cualquiera sin quitar el ojo a la telenovela que resonaba por toda la salita. Pese a estos momentos de retazos del pasado, he encontrado el país mucho más avanzado de lo que lo recordaba de visitas anteriores.
Desde Tasucu hemos recorrido la costa hasta Kas. En algunos puntos la carretera acariciaba las curvas de la montaña adaptándose completamente a sus caprichos, con el consiguiente malestar en los viajeros. En otros momentos la tecnología ha abierto brechas en el paisaje y las autovías de dos carriles animan el trasiego de vehículos. El país está como en un momento de cambio. Las estaciones de autobús son pequeños centros comerciales perfectamente organizados. Los edificios de las ciudades cuidadosamente terminados se alternan con casas familiares en las que las columnas de hormigon y los hierros de la terraza, completamente emparrada a pesar de ser un tercer piso, indican que una nueva boda significa añadir un piso más.

La estrella del verano. El balon sandia

La estrella del verano. El balon sandia

Las zonas en las que las elevaciones calcáreas caen abruptamenete al mar, con sus calas  de aspecto de costa brava, alternan con llanuras repletas de invernaderos capaces de hacer la competencia a nuestra Almería. Cada pueblo muestra orgullosamente en las rotondas la fruta que lo hace famoso. Así encuentras monumentos al plátano (Anamur), naranja (Fimlike) o tomate (kumluka). No he visto todavía a la omnipresente sandía, que se ha convertido en el icono del verano como el diseño de moda de los balones de playa.
Después de lo que hemos hecho en la costa española, cuesta creer que queden lugares  vírgenes en el Mediterráneo. Por suerte en los alrededores de Silifke todavía quedan rincones donde los matorrales son el telón de fondo de playas de postal, en las que las tortugas careta siguen acudiendo a desovar en verano, y la claridad del agua permite ver el fondo como si fuera cristal.

Varios siglos de diferentes técnicas constructivas. Kizkalesi

Varios siglos de diferentes técnicas constructivas. Kizkalesi

En Kizkalesi, al atractivo del mar hay que añadirle el encanto de dos castillos cruzados. Koryko te guarda la espalda desde la playa, mientras que el castillo de la doncella se levanta de las aguas a unos 300 metros de la costa, como por arte de magia. Con semejante paisaje no es de extrañar que sea un popular centro vacacional para turcos, en el que el agua se llena de botellas de plástico, las olas remueven restos de pan, y las sombrillas se agolpan hasta el borde del mar.

En un territorio que ha cambiado tantas veces de manos no hay pueblo sin castillo. Quizá uno de los más fotogénicos sea el de Mamure, con el mar rompiendo al pie de sus muros. Cuenta con el añadido de que gracias a su excelente estado de conservación los fanáticos de los castillos pueden recorrer sus 36 torres y murallas de arriba a abajo y sentirse asediador o princesa, según el ánimo. Pero no sólo hay castillos. Los restos arqueológicos de época Licia, griega o romana abundan como setas. Por su extensión, por la situación junto a la playa, y por lo relajante del paseo en bicicleta al atardecer en que lo visitamos, guardo un buen recuerdo de Anemurium, con un odeón perfectamente conservado entre otros edificios.

Castillo de Mamure

Castillo de Mamure

Conforme uno se mueve hacia el oeste va cambiando el panorama de alojamientos. Si en Anamur la incomunicación hizo que tuvieramos que recurrir al pictionary para negociar la habitación, en las cercanías de Antalya la costa se vuelve un continuo de hoteles de playa de cinco estrellas donde te atienden en tu propio idioma. Paramos en Side, una península que probablemente hace años sería un tranquilo pueblito de pescadores rodeado de ruinas romanas, pero que hoy es el centro de reunión de los miles de nórdicos que se alojan a varios kilómetros a la redonda y que un eficiente servicio de autobuses acerca aquí cada noche.
Abrumados por tanta marea humana nos refugiamos en la tranquilidad de Olimpos, otras ruinas milenarias junto al mar, que se encuentran cerca de las llamas de La Quimera. Desde tiempos inmemoriales estas emanaciones naturales de gas autoinflamable han sido objeto de culto por su singularidad. Hoy son reclamo de la atención de los curiosos turistas, que tras una calurosa caminata nocturna contemplan como las llamas arden espontáneamente saliendo de unas infernales cavidades. Puede parecer una tontería, pero si ya la contemplación de un fuego te absorbe, estas llamas te dejan embobado. Sólo el follón de un grupo que ha decidido asar sus nubes de algodón  en las llamas te saca del aturdimiento.

Llamas de la quimera

Llamas de la quimera

Para poder apreciar algunos tramos de costa es preciso ir en barco. La zona de Kalakoy es una de ellas. Un terremoto hundió esta parte del litoral y gracias a la claridad del agua todavía se pueden observar algunas estructuras de la ciudad bajo mar. En otros casos son las tumbas licias las que sobresalen valientemente de la superficie, ofreciendo un paisaje único. Si se dispone de tiempo y dinero, un crucero en gület por estas aguas debe ser una experiencia inolvidable. Nosotros nos conformamos con un paseito en barco y unos maravillosos chapuzones para despedirnos del mediterráneo y de Myriam, que se volvía para España y que nos dejaba solos ante el «peligro» del resto del viaje.

Tumbas licias sumergidas

Tumbas licias sumergidas

Ciudad hundida en Kalekoy

Ciudad hundida en Kalekoy

Pasamos la última noche antes de meternos al interior en Kas, un pueblito lleno de pensiones con encanto que ha sabido integrar el turismo sin perder el carácter, adoptando un aire de pueblo griego. Quizás sea la influencia de la vecina Kastellorizo, la isla más oriental de Grecia que por caprichos políticos está a pocos cientos de metros de la costa turca, pero a cientos de kilómetros de la isla griega más próxima. Termina aquí el periplo por la costa turca del que me quedará para siempre el aroma a jazmin que me ha acompañado durante estas noches.

Korikos y castillo de la doncella en Kizkalesi

Korikos y castillo de la doncella en Kizkalesi

admin

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4 Comments

  • MERITXELL

    Os felicito por vuestra pagina , espero ansioso y con ganas vuestras crónicas, todos los dias.
    Una pregunta como os moveis por los paises en auto stop, taxis,etc.
    No sale caro el trasporte púlico todos los días, para desplazarse.
    Gracias y saludos.

    9 agosto, 2011 at 7:01 pm
    • admin
      Nacho

      Gracias Meritxell.
      Respecto al transporte utilizamos el medio que haya disponible. De momento autobús y minibus, además del ferry para cruzar desde Chipre. Sale caro, pero es la única forma de moverte si no tienes vehículo propio. Además te permite interaccionar con la gente del lugar.

      9 agosto, 2011 at 8:19 pm
  • FAMILIA TIMONEDA REBULLIDA

    Hijo de mi vida¡¡¡¡
    Eres un pozo de sabiduria…..jjjjj
    Nos encanta leer tus crónicas, es casi casi como estar con vosotros, y conste que he dicho «casi»….jjjj
    Bueno guapos es un placer poder compartir con vosotros esta 2ª vuelta al mundo
    Disfrutad y acordaos un poquico de nosotros.
    Un abrazo

    10 agosto, 2011 at 9:51 am
  • TU CUÑADITA

    Cuñis, se me olvido pedirte que me compraras un balon-sandia! … Esta muy chevere la cronica, me encantan las fotos y como escribes, da gusto leer y ganas de pasara darse una vuelta por esas costas tan bellas. Muchos besos a los dos 🙂 muakas

    12 agosto, 2011 at 9:59 am

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