Antes de continuar el viaje, no debo dejar de mencionar al omnipresente Mustafa Kemal Atatuurk, o “padre de los turcos”. Desde 1920 hasta 1938, su gobierno fue considerado ejemplar, debido a su afán de modernizar Turquía; las reformas radicales no se hicieron esperar, abolió el uso de turbante y la lengua árabe, reformando el alfabeto e instituyó el sufragio universal. Su veneración en el país es evidente, su imagen en diferentes etapas de su vida, se puede ver en los billetes, calendarios, hoteles, restaurantes, tiendas, estaciones de autobuses  y estatuas en muchas ciudades. Aún así me ha llamado la atención que cuanto más avanzamos en la zona kurda, menos fotografías se encuentran de el; tal vez sea por que a  pesar de que muchos kurdos lucharon con Atatuurk por la independencia del país, el les negó su existencia como cultura, al querer fomentar la unidad nacional.

Calendario 2011 con fotos de Atatuurk

Gracias al buen consejo de la familia Lasalde, nuestra siguiente parada fue Urfa , llamada la tierra de los profetas. Nuestros amigos no se quedaron cortos en elogios; nos encontramos con una ciudad en plena expansión pero con un centro histórico con mucha personalidad, lleno de vida, muy bien conservado y con las leyendas mas conocidas por varias religiones. Su espiritualidad se respira por doquier, no por nada ha sido el sitio donde mejor hemos vivido la comida que rompe el ayuno de un día de Ramadan. Su bazar es un laberinto de callejuelas repartidas entre los diferentes productos de venta, comida, zapatos, textiles, joyas, que convergen en diferentes mezquitas o a los antiguos caravanserais, convertidos en alegres patios para tomar el té.

Antiguo Caravanserai patio para tomar te.Urfa

Nuestra siguiente parada fue Mardin, con una historia menos amable que Urfa; sus calles de arquitectura árabe, han tenido como pobladores, asirios cristianos, por esto el número de iglesias que las decoran; mongoles, musulmanes y kurdos entre otros; estos últimos quienes fueron masacrados y expulsados en 1832. Sus vistas a Siria y Mesopotamia, como nos comentaba el chico del hotel donde nos hospedamos, te dejan sin aliento y en la noche las luces dejan al descubierto la cercanía de las fronteras de dichos países. Me encantó el olor que desprende la ciudad, todo se debe a los diferentes colores de los jabones que además le dan el toque de color a las tiendas, calles y al caótico bazar.

Antiguo caravasar, hoy Correos de Mardin

Luego de varios días descansando un poco del calor, nos encontramos en la bochornosa pero encantadora Hasankeyf,  su atractivo no solo lo debe a su ubicación junto al Tigris y la importancia de este, en la configuración de una de las cunas de la civilización, si no a las ruinas que se encuentran en lo alto de los acantilados de la ciudad, donde a simple vista parece que estuvieron ocupadas algunas de las casas excavadas en la roca hasta hace poco, ya que pudimos ver muebles, alfombras y enseres personales. Al atardecer, paseando por la orilla del río, veíamos a los niños jugar ajenos a la historia que los envuelve, pero que según nos enteramos quedará sumergida, debido a la construcción de  una presa en la zona.

Antigua tumba al lado del Rio Tigris.Hasankeyf

No deja de maravillarnos este país, su gente, su comida, sus paisajes, sus costumbres y su mezcla de culturas, toda una joya para disfrutar y vivir.